VIDRIERA EN PREPARACIÓN
Si ves esta advertencia, es que el ensayo aún está en construcción. Yo esperaría a que no esté este cartel.
EL TIEMPO LINGÜÍSTICO
«...quisiéramos mostrar sobre todo que la lengua conceptualiza el tiempo de muy otro modo que la reflexión.»
«Más general y, por decirlo así, natural es otra confusión, que consiste en pensar que el sistema temporal de una lengua reproduce la naturaleza del tiempo "objetivo": así de intensa es la propensión a ver en la lengua el calco de la realidad. Las lenguas no nos ofrecen de hecho más que construcciones diversas de lo real, y quizá sea precisamente en la manera de elaborar un sistema temporal complejo donde más diverjan.»
«Tenemos que preguntarnos en qué nivel de la expresión lingüística podemos llegar a la noción del tiempo que informa necesariamente todas las lenguas, y luego cómo se caracteriza esta noción.»
«Más general y, por decirlo así, natural es otra confusión, que consiste en pensar que el sistema temporal de una lengua reproduce la naturaleza del tiempo "objetivo": así de intensa es la propensión a ver en la lengua el calco de la realidad. Las lenguas no nos ofrecen de hecho más que construcciones diversas de lo real, y quizá sea precisamente en la manera de elaborar un sistema temporal complejo donde más diverjan.»
«Tenemos que preguntarnos en qué nivel de la expresión lingüística podemos llegar a la noción del tiempo que informa necesariamente todas las lenguas, y luego cómo se caracteriza esta noción.»
E. Benveniste, "El lenguaje y la experiencia humana" (1965)
PD 6/10/2024. Desde ayer retomé este ensayo, que hace 2 años y pico nació como un desprendimiento de otro, “Orientaciones”.
Pero desde antes incluso de Zambullidas estoy con este tema, por razones laborales y con mucho disfrute. Después de insistir con gráficos basados en una línea de tiempo, la que hoy considero la mejor comprensión del sistema temporal del español (y de la base de cualquier otro) empezó cuando lo visualicé con un diagrama mejor. ¿O lo visualicé con un diagrama mejor cuando empezó?
§ 1. Fechas
Los dos primeros epígrafes de Émile Benveniste hablan de dos nociones de tiempo, la cronológica y la lingüística, y dicen que son muy diferentes (para enfatizar que la segunda no calca ni reproduce a la primera e introducir que en vez de eso elabora / construye un «sistema temporal complejo»). El tercer epígrafe dice que el tiempo lingüístico es universal, o sea, que es el mismo para todas las lenguas. Empecemos por el tema de los dos primeros epígrafes.
La reflexión conceptualiza el tiempo como una sucesión de momentos y lo grafica como una línea con marcas que son fechas: una cronología (la de tu existencia, la de la existencia de tu comunidad / sociedad / cultura / civilización, la de la existencia de tu universo, etcétera –por si esta última cronología no fuera la de la existencia de la existencia).
Para ver cuán «muy de otro modo» la lengua conceptualiza el tiempo, alcanzará con mostrar cómo lo hace, es decir: cómo es el tiempo lingüístico, cuál es el dibujo de sus conexiones; la comparación con aquella línea hablará por sí sola. Empecemos por este segundo término de la comparación.
Lengua y realidad son contempladas justo cuando más divergen. Nunca será más difícil «ver en la lengua el calco de la realidad» que viendo «la manera de elaborar un sistema temporal complejo» que tiene y que no tendría si fuera un calco, o sea, si reprodujera «la naturaleza del tiempo “objetivo”», que «es el tiempo físico del mundo», que «es un continuo uniforme, infinito, lineal, segmentable a voluntad» e irreversible («Nuestro tiempo vivido corre sin fin y sin retorno»).
Las desorientaciones en el tiempo que pueda tener alguien que no sabe en qué día de la semana está, o en qué mes o en qué año, ocurren en el tiempo cronológico. Mientras la memoria te funciona bien, te orientás en ese carril sin reversa con fechas, hitos y un USTED ESTÁ AQUÍ (o simplemente un VOS), que es el dato que perdés cuando la memoria no te funciona bien.
Y junto con el dato perdés también la distancia relativa a la que estás de esas fechas e hitos (tanto del pasado retenido como del futuro agendado):
¿Y quién sos VOS? VOS sos quien Habla; ponele que ese es tu rol y tu momento actual; ponele que te preceden 4 hitos y que proyectás tener al menos 3 más:
Ahí donde estás, ya cumpliste el primero de una serie de 3 hitos vitalistas, que también es un hito de tu genealogía, como los 3 anteriores a ese. El segundo y tercero vitalistas están proyectados, al igual que el siguiente hito (con la diferencia de que a la muerte seguro vas a llegar, pero a plantar un árbol y a escribir un libro, andá a saber).
§ 2. Flechas
Como sea, esta no es la única orientación temporal que tenés, aunque quizás sea la única que puedas perder sin haber perdido el lenguaje. Otra que tenés (o que tiene la lengua que hablás) es la orientación inherente al tiempo lingüístico, que alguien perdido en el tiempo cronológico no pierde: no sabrá en qué día está, pero conserva el manejo del «sistema temporal» de su lengua, el uso de tiempos verbales y adverbios temporales, entre otros deícticos.
Los deícticos son palabras referenciadas con el momento y el lugar del habla, como estas de Messi en el video que grabó en Miami para que se pasara en el Estadio Centenario en la despedida de Luis Suárez de la Selección uruguaya (6/9/2024):
“Se termina una etapa de tu carrera muy importante, pero quedan muchos años de fútbol y yo estoy feliz de que sean acá. (...) Espero que disfrutes de esa noche, junto a tus seres queridos y a toda esa gente que siempre tuviste tan cerca.”Si Messi hubiera hablado como si estuviera en el allá y entonces de Suárez, habría dicho allá, estés disfrutando, esta (noche) y esta (gente).
Los eventos parteaguas, hitos que son los puntos de referencia del tiempo cronológico, están clavados en tu línea de tiempo personal o en una de tu sociedad. En cambio, el punto de referencia del tiempo lingüístico, H, se mueve en esa línea como «el árbol (...) en una avenida»: repitiéndose (cita de “Nadie encendía las lámparas”, cuento de Felisberto Hernández). La ilusión cinética consiste en que
- cada USTED ESTÁ AQUÍ de esa navegación unidimensional y unidireccional,
cada VOS en «el acto de la palabra, el momento de proferirse el verbo» (escribe Andrés Bello en 1847),
cada momento del habla
En el mismo artículo de los epígrafes, Benveniste tambíen escribe: «Lo que tiene de singular el tiempo lingüístico es que está orgánicamente ligado al ejercicio de la palabra».
Es cierto que el primer punto de referencia normalmente es el momento del habla o de la escritura (llamándolo momento o presente de enunciación cubrimos ambas posibilidades). Pero no siempre. También puede serlo el momento de la escucha o de la lectura, como en algunas cartas o grabaciones: Seguramente vos ahora te estás preguntando por qué te escribí / grabé esto...*
En definitiva, el primer punto de referencia (punto cero o de origen del sistema temporal) es el momento de un Yo emito (muy mayoritariamente) o el de un Vos recibís (muy minoritariamente): un presente de envío o uno de recepción (de una señal o un mensaje). Sin comunicación no habría tiempo lingüístico. (A Bajtín le gusta esto.)
Si ahí terminara todo, para graficar el tiempo lingüístico sería suficiente una línea horizontal sin límites y con 4 marcas: la referencia, la anterioridad, la simultaneidad y la posterioridad. Es lo que hacen, «provisionalmente», Guillermo Rojo y Alexandre Veiga en “El tiempo verbal. Los tiempos simples”, que es el capítulo 44 de la Gramática descriptiva de la lengua española, dirigida por Ignacio Bosque y Violeta Demonte (RAE / Espasa Calpe, Madrid, 1999; página 2.874):
Pero la cosa no sólo no termina ahí, sino que recién empieza: cada uno de esos tres momentos orientados funciona a su vez como momento de referencia para otros tres, cada uno de los cuales funciona a su vez como momento de referencia para otros tres, cada uno de los cuales...
Hasta acá, hasta este «encadenamiento de una serie teóricamente ilimitada de escalones» (el subrayado es mío), llegan Rojo y Veiga en ese escrito. Pero antes de verlos llegar, conviene verlos pasar por las fórmulas que les dan –Bull y Klum mediante– a las primeras relaciones temporales; copio de la página 2.876:
«...un acontecimiento puede ser considerado anterior, simultáneo o posterior a otro. Siguiendo la línea de Bull (1960: 20 y ss.) y Klum (1961), podemos contemplar estas relaciones temporales como vectores (V) y convenir en que –V simboliza la anterioridad, oV la simulteneidad y +V la posterioridad. Si llamamos O (de 'origen') al punto central de todas las relaciones, tendremos que las tres relaciones inicialmente posibles de un acontecimiento con el punto cero son simbolizables mediante las fórmulas O–V para lo anterior al origen, OoV para lo simultáneo al origen y O+V para lo posterior al origen.13 »
Es curioso que, a pesar de «contemplar estas relaciones temporales como vectores», en la página siguiente Rojo y Veiga insistan en graficarlas con líneas de tiempo, en vez de vectores literales (o en todo caso no horizontales, como son esas flechas paralelas a izquierda y derecha de O y de las S'):
Lo vectorial pasó de la teoría a las fórmulas, pero no al diagrama. Rojo y Veiga le encargaron su expresión a la semántica de las iniciales O, A, S, P, A', S', P', y tal vez a una diagramación que falló (o que por alguna razón que no imagino eligió no alinear las S' con la A, la S y la P de arriba, como la S está alineada con la O).
§ 2.1 El nuevo diagrama
Para graficar las relaciones temporales con y como lo que son –vectores–, empecemos por borrar todas las líneas horizontales del gráfico 44.3 y por convertir todas las letras en puntos (que no representarán acontecimientos, sino momentos). Con 1 grado más de «encadenamiento» y una distancia entre grados que decrece (cual palo cortado por Hui Shih, sofista chino del siglo III a.C.), el gráfico expandido y depurado se ve así:
Ahora sólo resta convertir esos puntos –salvo el primero, el solitario de arriba– en vectores de anterioridad (A, A', A'', A''', ...), simultaneidad (S, S', S'', S''', ...) y posterioridad (P, P', P'', P''', ...). Todos convergen en O, que por costumbre voy a seguir llamando H (y porque es más descriptivo que O, que sólo nos dice que es el primer momento de referencia, no cuál es normalmente). Y voy a usar unas fórmulas alternativas para «la plasmación de las relaciones temporales»: 'encadenamientos' de A, S, P que terminarán en H, pero sin sus primas, dobles primas, triples primas, etc., que además de engorrosas son innecesarias.
Lo último antes de ir al nuevo diagrama. Visto de afuera, el hablar es un hecho como cualquier otro que podamos localizar en una línea de tiempo, y como tal es marcable: fechable. Visto por dentro, para Benveniste «este presente, en tanto función del discurso, no puede ser localizado en una división particular del tiempo crónico, porque admite todas y no exige ninguna» (como el guardián de “Ante la ley” con las cosas que le da el campesino para que lo deje pasar).
Luego, el nada selectivo momento del habla (H), alojado en cualquier división particular del tiempo cronológico, participa a la vez de la virtualidad del tiempo lingüístico, que "cuelga" de él (ya sea que lo veamos como el momento de origen del juego de relaciones temporales o como el momento de destino –inmediato o mediato– de todos los vectores, la Roma a la que todos los caminos conducen).
El resultado es esta topografía del tiempo lingüístico (¿cronografía?) con esta toponimia (¿crononimia?) alternativa, este mapa de momentos orientados y etiquetados con la ruta vectorial de su orientación:
§ 2.2 Tres tipos de nombres
Cada letra de uno de estos nombres es un tramo del trayecto que hay desde cualquier momento al momento del habla; la orientación o relación temporal es el trayecto completo. Como con un archivo en una subcarpeta de la PC, el nombre de un momento es la ruta –o path– de su ubicación en el mapa; nombra el camino que hay entre ese momento y H, que es único (no hay dos caminos iguales, como tampoco dos fórmulas idénticas).
Si leemos un nombre de estos de izquierda a derecha, subimos en el mapa (hasta H); si lo leemos de derecha a izquierda, bajamos (desde H). Con las fórmulas de Rojo y Veiga es al revés: leídas de izquierda a derecha, bajamos en el mapa (desde O); leídas de derecha a izquierda, subimos (hasta O).
«Deben ser leídas de derecha a izquierda», dicen Rojo y Veiga en la ya citada nota al pie #13, de la página 2.876. El barrido de la lectura empieza por lo que llaman el «vector primario» y, si no hay otros entre este y O, ahí termina; si hay, sigue por lo que llaman el «punto de referencia», formado por la secuencia de esos otros vectores hasta O (origen del sistema de referencias –es la primera– y destino –último momento apuntado– de toda secuencia de vectores).
Si bien estas fórmulas se vuelven engorrosas más rápido que los nombres hechos de iniciales, son igualmente idóneas para identificar cualquier punto del mapa:
Una tercera identificación de cada momento orientado es, a igual nivel, más intuitiva que las dos anteriores e igual de precisa. Me refiero a la que consiguen los nombres hechos con combos de 3 prefijos (ante, co, pos) y 3 bases (pretérito, presente, futuro). Por ejemplo: además de identificar un momento usando la fórmula (O–V)+V) o el acrónimo PAH, podemos identificarlo usando el nombre pos-pretérito. Ahora un ejemplo con 2 prefijos y 1 base (o sea, de nivel 3): además de la fórmula ((O–V)+V)–V o el acrónimo APAH, podemos identificar ese momento usando el nombre ante-pos-pretérito.
Igual de descriptiva y precisa, quizás más intuitiva o inteligible, pero bastante más larga, es la denominación que resulta de desplegar el acrónimo según las referencias del diagrama; el segundo de los ejemplos se llamaría así: un momento anterior a un momento posterior a un momento anterior al momento del habla.
Aunque en la Parte 2 veremos esta relación temporal de tres tramos en el contexto y el marco del sistema verbal del español, para ubicarnos mejor ahora puede ser útil dar un ejemplo anotado:
Terminada la lluvia, Juan pensó [momento anterior al ahora en que digo esto: AH / O–V] que para el viernes a la noche [momento posterior a ese momento anterior: PAH / (O–V)+V]* el agua habría bajado del todo [momento anterior a ese momento posterior a aquel momento anterior al del habla: APAH / ((O–V)+V)–V].
En el ejemplo, «habría bajado» identifica / significa / señala una relación temporal de ante-pos-pretérito; en la variante siguiente, una de ante-pos-pos-pretérito:
El lunes Juan pensó [momento anterior al ahora en que digo esto: AH / O–V] que el miércoles le dirían [momento posterior a ese momento anterior: PAH / (O–V)+V] que para el viernes a la noche [momento posterior a ese momento posterior a ese momento anterior: PPAH / ((O–V)+V)+V] el agua habría bajado del todo [momento anterior –con efectos simultáneos– a ese momento posterior a ese momento posterior a ese momento anterior al del habla: APPAH / (((O–V)+V)+V)–V].
¿Con qué criterio podríamos darle al tiempo verbal de «habría bajado» el nombre de una de estas dos relaciones temporales, siendo que identifica a ambas por igual?
§ 2.3 Recapitulando
Recapitulemos. Cada momento de la línea cronológica dispone de las posibilidades temporales que grafica el mapa. Cuando en algún punto de tu cronología hablás, creás un espacio conceptual en el que todos los momentos, excepto el primero (referencia no referenciada, ya que no motor inmóvil), pueden tener el rol de punto de partida de una flecha (momento referenciado como anterior, simultáneo o posterior a otro) y el rol de punto de llegada de otras tres flechas (momento de referencia).
Te orientás en ese mapa temporal inconscientemente, por el mero hecho de hablar tu lengua natal o cualquier otra que domines (una prueba de cuánto la dominás es cuánto te orientás usándola, cuánto sabés jugar como juega esa lengua en el tablero común a todas, para ir rozando el tercer epígrafe de Benveniste).
Sigamos recapitulando. En el tiempo cronológico, los eventos y estados se localizan; en el lingüístico, se orientan. El tiempo cronológico está hecho de fechas; el lingüístico, de flechas. Las fechas se identifican con marcas en una línea temporal; las flechas, con fórmulas o nombres analíticos en un jardín de senderos que se trifurcan.
§ 2.4 Otro fractal
La trifurcación es la iteración fractal de 4 momentos (1 de referencia y 3 posicionamientos) a lo ancho de cada nivel o grado de la progresión geométrica ilimitada. En loop, y con el salto del tiempo cronológico al tiempo lingüístico en cada «acto de la palabra», los tres primeros pasos de la progresión se ven así:
Si hace guau-guau, tiene 4 patas y mueve la cola cuando está contento, es un perro. Si se repite a diferentes escalas (o sea, si es autosimilar) y se construye aplicando cada vez la misma operación al resultado de la aplicación anterior, es un fractal. De hecho, los diseños de arriba los hice recortándolos de este otro (sacrifiqué 1 nivel para reducir dos tercios el ancho del diagrama):
El resultado puede metaforizarse / interpretarse como el mapa de momentos orientados del tiempo lingüístico, por ejemplo; o como el menú de momentos orientados posibles / disponibles para que cada idioma los pinte como le pinte (en breve, la paleta de colores del español); o como el tablero sobre el que cada lengua jugará sus fichas coloridas (en breve, el colorido juego temporal del español); etc.
§ 2.4.1 Breve digresión de aritmética transfinita
Si hay un hecho sagrado en medio de estas interpretaciones no-tan-libres, es el crecimiento exponencial del mapa / menú / tablero, al ritmo de una progresión geométrica de base 3: hay 1 momento de referencia en el nivel 0 (30 = 1), 3 en el nivel 1 (31), 9 en el 2 (32), 27 en el 3 (33), etc.
El nivel límite de la serie infinita 30, 31, 32, 33..., que es 3ℵo, participa como tal de la serie de trifurcaciones pero no pertenece a la serie: no es uno de sus niveles con un número finito de momentos de referencia, ya que en él hay infinitos: 3ℵo.
Si 3ℵo es tan superior a ℵo como lo es 2ℵo, tampoco pertenecería a la serie de niveles con ℵo momentos de referencia (que es la cardinalidad del conjunto de números naturales, o de sus equivalentes funescos).
3ℵo es el sumando límite y a la vez es el resultado de la suma infinita –de infinitos niveles que progresan geométricamente– de potencias con base 3 y exponentes en progresión aritmética.
§ 2.5 Arquitectura y urbanismo
Una arquitectura con ese diseño podría empezar en el interior de una torre medieval hexagonal con 3 puertas (se accedió a la torre por una puerta a nivel del suelo y a su interior de media altura por una escalera). Cada puerta da a un largo puente que lleva a otra torre hexagonal, que a su vez tiene otros 3 puentes a sendas torres nuevas, etc.
Por default, las puertas están cerradas; se abren para permitir la peregrinación hasta la primera torre, desde las tres siguientes (una o dos por vez) o desde cualquiera de las lejanas. Así, la fórmula ((O–V)+V)–V o el acrónimo APAH o el nombre analítico ante-pos-pretérito ahora describen la trayectoria sinuosa de unos peregrinos que transitan puentes y atraviesan torres medievales hexagonales hasta llegar a su torre Roma. Llegan con información (de la ubicación) de la que está en el otro extremo, en la torre de origen de la peregrinación.
Si pasamos esa arquitectura a un grafo, con la primera torre arriba, todas las que estén debajo de ella (o sea, todas las demás) tienen 4 puentes: 1 del que partir, queridos peregrinos, y 3 de los que provenir. (Parece el ascenso del agua y los nutrientes por capilaridad, desde las raíces hasta las hojas del árbol.)
Más que la arquitectura de un edificio, es una urbanización expansiva de torres conectadas de ese modo específico, sin que se sepa muy bien para qué (si jugamos a olvidar que está emulando al diagrama del tiempo lingüístico). En cambio, las torres medievales reales (incluso hexagonales) no se expandían desde una de ellas, sino que se distribuían perimetralmente; eran defensivas y no se comunicaban a través de largos y lentos puentes, sino por señales visuales, que viajaban a la velocidad de la luz. Por ejemplo, las torres de la ciudad amurallada de Tudela (Navarra, España).
Recorte de una captura de pantalla del blog Castillos Españoles
El esquema sería el mismo si reemplazáramos los puentes por señales visuales, que circularían en lugar de los peregrinos hacia la torre Roma. Pero esta no sería su única dirección. Como sistema de vigilancia, al igual que el montado alrededor de Tudela, duplica el sentido de circulación: se otean enemigos hacia adelante (mirando a izquierda, centro y derecha), se comunica lo oteado hacia atrás (hacia donde está la torre Roma o al interior de la ciudad que está protegiendo).
§ 2.5.1 Versión perspectivista del mapa de momentos
Análogo a ese otear sería una versión perspectivista del mapa de momentos que hiciera de cada uno un mirador hacia otros tres, lo que daría vuelta las flechas de la versión orientacionista que vengo usando:
Lo que en la otra versión eran puntos de referencia, en esta son puntos de vista. Lo que allá era ante, co, pos, acá es, desde cada mirador, otear al frente, a un lado o al otro (y navegando el río del tiempo sería mirar atrás, al costado o adelante). Dicho de otra manera, cada uno de esos sitios oteados es un mirador desde el cual triotear de nuevo.
Acá la distancia entre fila y fila de torres no decrece: es la misma, que es hasta donde se llega a ver desde cada mirador. Si se quiere ver más allá, ver qué se ve desde allá a izquierda, centro y derecha, hay que trasladarse. Temporalizándolo, desde hoy podés ver lo que pasó ayer; pero para ver lo que había pasado antes de ayer o lo que pasaba ayer o lo que pasaría después de ayer, debés ir a ayer.
Acá el punto de vista se desplaza desde la torre amoR hasta la que sea necesaria. Temporalizándolo, el punto de vista es el «vector primario» de Rojo y Veiga, ahí donde a un momento sólo se lo referencia como anterior, simultáneo o posterior a otro, sin usarlo de momento de referencia para otros tres (sólo se lo mira, sin usarlo de mirador).
Acá una fórmula como PAH o (O-V)+V, o un nombre analítico como pos-pretérito, puede ser tanto una instrucción del recorrido a hacer como un registro del recorrido que hizo el punto de vista. Primero vas (fui) a la torre que tenés (que tenía) en diagonal a tu (mi) derecha, y desde ahí me decís (te dije) qué tenés (qué tenía) en diagonal a tu (mi) izquierda. Temporalizándolo, desde el presente de enunciación (H) vas al pasado (AH) y me decís el futuro de ese momento (PAH), no el de este (PH).
Al tiempo lingüístico no le afecta la inversión del sentido de sus vectores, según se lo metaforice como un juego de orientaciones o como uno de perspectivas (o sea, según las flechas sean dedos apuntando o miradas lanzadas).
§ 2.6 Experimento literario
Una experimentación literaria con el diseño trifurcante del mapa de momentos es, por ejemplo, «la “novela regresiva, ramificada” April March», cuyo autor es el protagonista del cuento de Borges “Examen de la obra de Herbert Quain”:
«Trece capítulos integran la obra. El primero refiere el ambiguo diálogo de unos desconocidos en un andén. El segundo refiere los sucesos de la víspera del primero. El tercero, también retrógrado, refiere los sucesos de otra posible víspera del primero; el cuarto, los de otra. Cada una de esas tres vísperas (que rigurosamente se excluyen) se ramifica en otras tres vísperas, de índole muy diversa. (...) Quizá un esquema ayude a comprender la estructura.»Acá también se transita en las dos direcciones: los capítulos avanzan del 1 al 13 y sus historias retroceden de x n (tres vísperas de alguna de las tres vísperas de un hecho) a y n (tres vísperas del hecho) a z (el hecho, «el ambiguo diálogo de unos desconocidos en un andén»).
Entre este diagrama y el del tiempo lingüístico no hay diferencias de «estructura», pero sí menores. La menos relevante es la orientación del esquema (acostado en vez de colgante). Le sigue la diferencia abismal entre la finitud realizada de 13 capítulos en 2 niveles y la infinitud virtual de niveles y flechas. Pero por abismal que sea cardinalmente esta diferencia, es menor porque esa infinitud está insinuada en esos 2 niveles, que son sólo dos porque Herbert Quain era vago (?) y no son infinitos porque era humano (un novelista divino o angélico tendría con qué intentarlo).
La mayor de las menores diferencias es la que hay entre la «índole muy diversa» de las vísperas y la monotonía de las únicas 3 clases de vectores (–V, oV, +V / A, S, P), repetidos ad infinitum. ¿Y entonces por qué es una diferencia menor? Por la combinación de dos razones: porque decir que las vísperas «rigurosamente se excluyen» es un modo enfático de decir que no hay dos iguales (sean muy o poco diversas) y porque lo que importa no son las clases sino las secuencias de vectores, de las que tampoco hay dos iguales entre las infinitas que hay (cantidad que empequeñece no sólo a las 12 vísperas de April March, sino también a los 251.312.000 libros entre los que no hay dos iguales en cada período de la periódicamente infinita Biblioteca de Babel).
§ 3. Para todas las lenguas
Llegamos al tema del tercer epígrafe de Benveniste. Creo que este jardín de senderos que se trifurcan es «la noción del tiempo que informa necesariamente todas las lenguas». Si el mapa de momentos orientados vale para todas las lenguas cuyos sistemas temporales manejen las relaciones básicas de anterior a, simultáneo a y posterior a, la pregunta es cómo hace cada una de esas lenguas para pulsar todas esas orientaciones / flechas, virtualmente infinitas.
Los gestores y usuarios de esas lenguas son, como Herbert Quain, humanos. Por esta limitación, lo harán usando un elenco reducido de actores (unos pocos tiempos verbales, por ejemplo), al igual que con el sistema decimal contamos indefinidamente usando sólo diez dígitos (o sólo dos, 0 y 1, con el sistema binario), y al igual que usando sólo «veinticinco símbolos» («dos signos» de puntuación –la coma y el punto–, «el espacio y las veintidós letras del alfabeto») se pueden hacer 251.312.000 libros distintos en la «ilimitada y periódica» Biblioteca de Babel (que «sólo puede ser obra de un dios»).
Al igual y por la misma razón: porque no disponemos de energías ilimitadas, como serían (o deberían ser) las de ese «precursor del superhombre» que es Funes el memorioso, y las «de las divinidades y de los ángeles», seres suprahumanos que usan un sistema de numeración de base infinita (como venía siendo el de Funes hasta que lo abandonó).
Así como Funes y las divinidades y los ángeles le dan un signo inanalizable a cada cardinalidad, un sistema temporal de infinitos tiempos verbales le daría uno a cada una de las infinitas relaciones temporales –lo que convertiría al «sistema» en una «rapsodia de voces inconexas». Bien podría ser la información temporal de los verbos de un idioma omniespecífico, acompañada en cada desinencia por las informaciones de todas las circunstancias involucradas, directa o indirectamente.
Por debajo de los imaginarios usuarios divinos, angélicos o precursores del superhombre, estamos los hiperrealistas usuarios humanos. Para identificar esa infinitud de relaciones, los sistemas temporales de nuestras lenguas naturales se las arreglan con un puñado de tiempos verbales y otro de adverbios de tiempo y vocabulario afín (el lunes, la década pasada, el año 2024, ...). Veamos cómo se las arregla el español.
EL JUEGO TEMPORAL DEL ESPAÑOL
§ 4. Del tablero y las piezas del juego temporal del español
Como se tiene un kit de mechas para montar en una agujereadora, en español se tiene un kit de desinencias para montar en una raíz verbal (por ejemplo, yo cant-o, vos cant-ás, usted/él/ella cant-a, etcétera). La conjugación completa de un verbo es el montaje de todas las desinencias en su raíz (algunos montajes serán regulares –no cambian ni la raíz ni la desinencia– y otros irregulares –cambia la raíz y/o la desinencia–). El paradigma verbal es el conjunto de todas las conjugaciones de todos los verbos.
A una de las informaciones que damos con un verbo conjugado la llamamos tiempo o temporalidad. Como las velocidades, las fuerzas o las aceleraciones, la temporalidad verbal es vectorial, como venimos viendo; o sea, identifica una relación de anterioridad, simultaneidad o posterioridad con un momento de referencia.
En el Modo Indicativo, los tiempos verbales son diez, 5 simples y 5 compuestos (para Rojo y Veiga son nueve, porque dicen que uno de esos tiempos compuestos ya no forma parte del español). Como sea, la ratio tiempos verbales / relaciones temporales no es de uno a una, sino de uno a muchas: cada tiempo verbal da cuenta de una infinidad de relaciones temporales. ¿Cuántas y cómo?
¿Cuántas? Tantas como las de los diez tiempos juntos, ya que n × ℵo = ℵo, sea n un 1, un 10 o un googolplex. El sistema temporal no es ajeno a la magia de la artimética transfinita.
¿Cómo? Cada uno de los diez tiempos verbales dice su debut y su rutina, su patrón de iteración fractal en la identificación de las relaciones temporales. En breve veremos los patrones de los tiempos verbales en el Modo Indicativo y en el Modo Subjuntivo.
Aunque ningún usuario la haya necesitado, necesite o vaya a necesitar jamás, aunque al hablar no nos alejemos mucho de su borde (y ya 5 niveles son muchos), ahí está la infinitud virtual de relaciones temporales, siempre disponible.
Interpretado de cierta manera, decir que un tiempo verbal identifica (o expresa) una o infinitas relaciones temporales puede dar a entender que el mapa de momentos preexiste al juego lingüístico que lo tiene de tablero. Si me preguntan, me convence más entender ese vínculo como el que tienen el tablero y las piezas de ajedrez: ni las piezas preexisten al tablero ni el tablero a las piezas; ninguno de los dos tiene sentido sin el otro. Lo mismo pasa entre el mapa de momentos y los tiempos verbales. El 'reglamento' del juego es el «sistema temporal» de cada lengua.
§ 5. De colores y nombres: el primer mapa de momentos del español
Empecemos por lo que Andrés Bello, en el capítulo XXVIII (“Significado de los tiempos”) de su Gramática de la lengua castellana (Primera edición: Santiago de Chile, Imprenta del Progreso, 1847), llama el «significado fundamental» de las formas indicativas, aquel por el que reciben sus nombres. Si pintamos del mismo color todas las flechas identificadas por un mismo tiempo verbal, el mapa de momentos se verá así en sus primeros 3 niveles (o 4, si se cliquea en la imagen):
Después veremos por qué usé 8 y no 10 colores. Primero vayamos a la cuestión de los nombres de lo negro, lo azul, lo verde, lo rojo, y sus tonos claros: lo gris, lo celeste, lo verde agua, lo rosa.
La infinitud de orientaciones incide en el problema de darle un nombre temporalmente descriptivo a cada tiempo verbal. Siendo infinitas, no hay una única ni una última relación temporal significada, pero sí una primera: la más cercana a H de las infinitas que tienen el mismo color. Por eso, propongo darle a cada tiempo verbal el nombre de la primera relación que identifica / significa / señala. (Por supuesto, también hay una segunda relación, una tercera, etc.; bautizar con la primera es tan convencional como con cualquier otra, pero puede ser más práctico.)
Como veremos, los nombres obtenidos con este criterio no difieren mucho de los nombres obtenidos con el criterio de Andrés Bello o el de la versión modificada por Rojo y Veiga. No es raro que seleccionen parecido quienes creen que ahí hay una única relación temporal por tiempo verbal y quienes buscan la primera de una serie infinita: sólo una es la única, sólo una es la primera (no de una cronología, sino de un conjunto, por lo que nunca estuvo sola; la primogénita de una familia numerosa, en cambio, antes de ser primera fue única).
Andrés Bello fue el creador de aquellos nombres hechos con 3 prefijos y 3 bases que presenté en § 2.2 como alternativa a las fórmulas de Rojo y Veiga (o a las que armé con un alfabeto de 4 letras) para designar relaciones temporales. Él, en cambio, los usó para designar tiempos verbales: los 10 del Modo Indicativo en su «significado fundamental» («uso recto», para Rojo y Veiga). Pero asumo que lo hizo con el convencimiento de estar dándole a cada uno el nombre de la relación temporal de la que es signo.
Es decir que, para él, Ante-pos-pretérito era tanto el nombre de la relación temporal como el del tiempo verbal dedicado a identificarla / significarla / señalarla, llamado por la RAE Condicional Compuesto (habría cantado). En el parágrafo 637 de su Gramática..., Bello explica la razón del nombre tripartito y su carácter de «breve fórmula» temporal:
«637. La nomenclatura de que yo me sirvo tiene dos ventajas. En primer lugar, las palabras de que se compone el tiempo del verbo indican el nombre que debe dársele: en habría cantado, por ejemplo, el participio denota que el nombre del tiempo debe principiar por la partícula ante, y siendo el tiempo del auxiliar un pos-pretérito, debemos añadir a dicha partícula estos dos elementos: habría cantado será pues un ante-pos-pretérito. Y en segundo lugar, cada denominación así formada es una breve fórmula que, como veremos, determina con toda exactitud el significado de la forma compuesta.»
Un poco de contexto, tarde pero seguro. Bello viene de enumerar, en § 636, los distintos nombres (hechos con distintos criterios) que recibieron los tiempos verbales. Y antes, en § 635, venía de darles sus nombres nuevos a las formas compuestas, la mitad que le faltaba (y las nombra en un solo movimiento, con una regla de formación).
Frente al derroche energético de metabolizar un combo de criterios específico para cada nombre, Bello propone ahorrar energías usando un mismo criterio para todos, que en su caso es el temporal. Consigue un conjunto coherente –un sistema– de nombres, mientras los tradicionales y sus variantes tienen poca o nula conexión entre sí, como los items de una lista.
¿Y cómo es ese criterio temporal que da nombres fórmula? Para responder esta pregunta, volvamos del contexto y hagámonos otra sobre el texto. ¿Por qué «el participio denota que el nombre del tiempo debe principiar por la partícula ante»? Porque, como había dicho Bello en el parágrafo 635, «el tiempo significado por la forma compuesta es anterior al tiempo del auxiliar». Pero lo es sólo porque el tiempo del auxiliar es el mismo que el de la forma simple, respecto de la cual es realmente anterior la forma compuesta que se le asocia (y no respecto de una parte suya, el auxiliar haber).
Lo que un nombre como Ante-pos-pretérito está diciendo es que su temporalidad es anterior a la de un Pos-pretérito –provenga éste de sus entrañas ('habría') o provenga de su pareja en el «paralelismo riguroso» ('cantaría'). Está diciendo lo que cualquier forma compuesta diría de la forma simple en la que está su auxiliar haber o con la que está emparejada.
Estas son las cinco correlaciones de Bello, en el mismo orden en que fue exponiendo los tiempos compuestos y con los diez nombres del Modo Indicativo entre corchetes:
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1) he cantado [Ante-presente] es anterior a canto [Presente]: "María canta lo que le han cantado de chica";
2) hube cantado [Ante-pretérito] es anterior a canté [Pretérito]: "Cuando María hubo cantado su parte, Estela cantó la suya";
3) habré cantado [Ante-futuro] es anterior a cantaré [Futuro]: "El martes cantará las canciones que habrá aprendido el lunes";
4) había cantado [Ante-co-pretérito] es anterior a cantaba [Co-pretérito]: "María cantaba lo que le habían cantado de chica";
5) habría cantado [Ante-pos-pretérito] es anterior a cantaría [Pos-pretérito]: "El sábado prometió que el martes cantaría las canciones que habría aprendido el lunes".
Esta anterioridad es el sentido temporal que le da o le encuentra Bello a ese emparejamiento de formas simples con compuestas. De este «paralelismo riguroso», como lo llaman (para decir que es rígido, poco adaptable a la realidad), a Rojo y Veiga les cabe repetir lo que declaró el narrador de “Examen de la obra de Herbert Quain” de la «estructura» de April March:
«De esta estructura cabe repetir lo que declaró Schopenhauer de las doce categorías kantianas: todo lo sacrifica a un furor simétrico».
Como es idéntica a la estructura del jardín de senderos que se trifurcan, intentaré sacrificar lo menos posible y entender cuánto sacrificó Andrés Bello.
Empecemos por los tipos de nombre que les puso a los tiempos verbales. Hay tres convencionales (Pretérito, Presente, Futuro), dos razonados (Co-pretérito, Pos-pretérito) y cinco algorítmicos (los compuestos, los Ante-x de estos tiempos simples). En el mapa temporal del español, tienen estos colores y con este diseño más detallado:
Pronto veremos varios ejemplos para bajar a tierra y poner a prueba estos colores y el rediseño del diagrama (con un vector horizontal violeta para el Ante-pretérito y un triángulo sombreado para el Ante-presente). Pero por ahora sigamos con el tema de los nombres.
Más de 1 siglo y medio después de la Gramática de la lengua castellana, la RAE pone los nombres de Bello a continuación de los suyos, separados por una barra. En una nota aclaratoria argumentaban que los ponían porque en algunos países de América Latina se los llama así. Sin esa nota, hoy parecen aceptarlos como nombres alternativos; están ahí de reconocer la superioridad de la nomenclatura de Bello y adoptarla. Los nombres que la RAE se resiste a reemplazar son estos:
Los nombres de la RAE combinan criterios; por ejemplo, uno temporal, otro aspectual y otro morfológico en Pretérito Perfecto Compuesto ("he cantado"). O un criterio morfológico y uno ¿modal? en Condicional Simple/Compuesto. Reitero: no son los nombres de un sistema, sino de una lista; hay que aprenderlos prácticamente por separado, sin que se hagan el aguante entre ellos, sin formar un equipo, desunión que garantiza que sean olvidados rápido (por ejemplo, a dos semanas de haber rendido el examen para el que los habíamos memorizado).
Frente a esta dispersión y superposición de criterios, frente al alto gasto innecesario de energía y tiempo de aprendizaje que te lleva retener esos nombres efímeramente, el temporalista (y racionalista) Bello vuelve en el parágrafo 650 a las «ventajas» de su «nomenclatura» del parágrafo 637:
«650. Se ve también por lo dicho que cada una de las denominaciones de los tiempos es una fórmula analítica que descompone el significado del tiempo en una, dos o más de las relaciones elementales de coexistencia, anterioridad y posterioridad, presentándolas en el orden mismo en que se conciben, que de ningún modo es arbitrario. (...) La última de las relaciones elementales tiene siempre por término el acto de la palabra, el momento de proferirse el verbo.»
Las «relaciones elementales de coexistencia [⇑], anterioridad [⇗] y posterioridad [⇖]» son las flechas que integran una orientación temporal en el mapa, la última de las cuales «tiene siempre por término (...) el momento de proferirse el verbo», H.
Acá Bello habla de «una, dos o más de las relaciones elementales» que componen «el significado del tiempo» verbal. En el parágrafo anterior no había dejado abierta la cuenta; la había cerrado en 3:
«649. Se ve por lo que precede que ciertas formas del verbo representan relaciones de tiempo simples; otras dobles; otras, triples».
«Lo que precede» son las definiciones y ejemplificaciones de los 10 tiempos verbales del Modo Indicativo, después de haber definido y ejemplificado en § 648 el último tiempo compuesto, el Ante-pos-pretérito (habría cantado), que es el debutante que identifica / significa / señala la relación temporal más larga (en el mapa, a una profundidad de 3 niveles).
Ciñéndonos a las definiciones implícitas en el nombre-fórmula de cada tiempo verbal, los hay simples (Pretérito, Presente, Futuro), dobles (Co-pretérito, Pos-pretérito; Ante-pretérito, Ante-presente; Ante-futuro) y triples (Ante-co-pretérito y Ante-pos-pretérito). La gramática tradicional hablaba de tiempos absolutos (que acá sólo serían los 3 simples, mientras otras teorías suman al Co-pretérito) y tiempos relativos (todos los otros, sin distinción de grados o niveles). Rojo y Veiga hablan de tiempos monovectoriales, bivectoriales, etc.
La 'triplicidad' del Ante-pos-pretérito ('habría cantado') está en el debut del nombre; es la relación temporal más cercana a H que ese tiempo verbal puede identificar / significar / señalar. En cambio, la 'triplicidad' del Ante-co-pretérito ('había cantado') está en su segundo trabajo. Para ver por qué, pongamos en contexto su caso.
§ 5.1 Lo certero de los nombres
Las cinco anterioridades que dan su nombre a los tiempos compuestos de Bello son ciertas, pero algunas las encontrás nadando y otras buceando. De los diez tiempos verbales, ocho tienen el nombre de la primera relación temporal que identifican / significan / señalan; dos, de la segunda: Ante-presente (nivel 2) y Ante-co-pretérito (nivel 3). Por lógica, estos dos nombres difieren de los obtenidos con el criterio de bautizar por la primera relación, que por lógica coinciden con los otros ocho.
De las dos anterioridades que son la segunda orientación significada por su tiempo verbal, la mayor disonancia entre el nombre-fórmula y el ejemplo que lo ilustra es la del Ante-co-pretérito (nivel 3). La oración que da Bello muestra una relación de ante-pretérito (nivel 2), que efectivamente es la primera que puede (y la que más suele) identificar este tiempo verbal, que la RAE insiste en llamar Pretérito Pluscuamperfecto:
“Los israelitas desobedecieron al Señor, que los había sacado de la tierra de Egipto”.
En la modificación que hacen de la nomenclatura de Bello, Rojo y Veiga eliminan 1 tiempo verbal ('hube cantado') y 1 nombre (Ante-co-pretérito), juntan el nombre que se quedó sin tiempo con el tiempo que se quedó sin nombre y llaman Ante-pretérito a 'había cantado', que es el nombre de la primera relación temporal que identifica / significa / señala. El resto de los tiempos verbales sobrevivientes conservan los nombres que Bello les dio; en la página 2.885 están encolumnados con sus fórmulas vectoriales:
La llamada sobre «ante-pretérito» nos remite a la nota al pie #21, en la que Rojo y Veiga justifican el cambio de nombre para 'había cantado' y dan por hecho la muerte de su anterior portador, 'hube cantado':
«21 El término ‘ante-pretérito’ es el adecuado para la que interpretamos como realización temporal fundamental expresada por había cantado en su empleo tradicionalmente denominado de ‘pluscuamperfecto de indicativo’. Bello (1841, 1847), que, por un lado, admitía hube cantado como forma viva en la conjugación castellana y, por otro, defendía un paralelismo riguroso entre los valores temporales de las formas compuestas y los de las simples correspondientes, presentó había cantado como un ‘ante-co-pretérito’.»
Si no entiendo mal, Rojo y Veiga están diciendo, por un lado, que Bello cometió el error de admitir 'hube cantado' como forma viva y, por otro lado, que bautizó con sesgo y rigidez a 'había cantado', por defender la causa perdida de ese «paralelismo riguroso».
Pero Bello no eligió ese nombre, ni ningún otro en especial. A Ante-co-pretérito le tocó ser el nombre de 'había cantado' y a Ante-pretérito el de 'hube cantado' por la aplicación de la misma regla para todas las formas compuestas, la que introduce el prefijo ante; recordémosla como Bello la veía: si una forma verbal es compuesta, es anterior al tiempo del auxiliar haber y se llamará Ante-nombre_del_auxiliar.
La regla es eficaz (genera todos los nombres necesarios) y es consistente (ningún nombre se superpone o contradice a otro). Falta ver si también es certera, o sea, si el nombre así generado le acierta al «significado fundamental», que en parte puede traducirse como la primera relación temporal identificada / significada / señalada por el tiempo verbal así nombrado.
Por ejemplo: los nombres Ante-futuro para 'habré cantado' y Ante-pos-pretérito para 'habría cantado' son certeros; no así, como ya dije, los nombres Ante-presente para 'he cantado' y Ante-co-pretérito para 'había cantado', porque esas son relaciones temporales identificadas por dichos tiempos verbales, pero en el nivel siguiente al de sus debuts.
Esto ya lo vimos con 'había cantado'; veámoslo con 'he cantado'. Debuta en el nivel 1 y con orientación doble (“Ha entrado Maradona al campo de juego” –y ahí está ahora), pero la relación 'mono-orientada' ante-presente que tiene de nombre es de nivel 2 (“Creo que ha entrado Maradona al campo de juego”). Si le diéramos el nombre de la primera relación temporal que identifica, deberíamos llamarlo Ante&co-presente (que suena mejor que Pretésente).
Si no yerra en 8 y en 2 yerra por la mínima, la nomenclatura de Bello es una excelente aproximación. Pero pifiarle por 1 nivel al «significado fundamental» no es el único modo que tiene un nombre de no ser certero. Para ver otro modo, volvamos a su Ante-pretérito y a pasar la pelotita de un lado al otro.
Por un lado, 'hube cantado' no está muerto, aunque tenga poca frecuencia (¿so' vo', colectivo 96?). Por otro lado, por ser más previo que anterior, no merece el nombre Ante-pretérito, que sí lo merece 'había cantado' (por el criterio del primer oficio).
Pero si está vivo y no le va el nombre de Bello, ¿cómo llamarlo? Yo lo llamaría Pre-pretérito. ¿Y cuál es el "mérito" que le falta para llevar el prefijo ante? ¿Qué tienen los otros que no tenga él? El Pre-pretérito –permiiiso– es sapo de otro pozo. Es el único de esos 10 tiempos verbales que
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a) está sometido a una subordinación sintáctica: no puede ser el verbo de la oración principal (
b) no está sometido a una subordinación temporal, en calidad de anterior, simultáneo o posterior a un momento del nivel que en el mapa tiene arriba; «hubo amanecido» es la previa recién concluida del inmediato «salí»: están ordenados en un mismo nivel, coordinados, no el primero subordinado al segundo desde abajo.
De afuera, el raro Pre-pretérito parece un apéndice o un acoplado o un remolque –sintáctico y temporal– del común Pretérito; una cuarta metáfora es que pedalean en una bicicleta tandem; una quinta, que forman un bloque respecto del cual hay momentos anteriores, simultáneos y posteriores.
Por dentro, son una sucesión inmediata de eventos, el paso de uno a otro, que en una historieta estarían en viñetas vecinas. En cambio, los demás tiempos verbales del Indicativo comparten el poder estar en la misma viñeta. Más adelante entraré de lleno en el tema; ahora me limito a adelantar ejemplos de los dos roles discursivos de toda narración: el rol de paso que avanza y el rol de acción o circunstancia anterior, simultánea o posterior al momento del paso dado, como quien desde ahí mira atrás, al costado o adelante.
En "Cuando hubo amanecido, salí", hay 2 pasos: primero amaneció, después salí (de hecho, suele reemplazarse por “Ni bien amaneció, salí”). En "Cuando salí ya había amanecido", hay 1 paso ("salí") y, desde ahí, hay 1 mirada hacia atrás, que en un relato puede estar acompañada por otra hacia el costado y por otra hacia adelante ("Cuando salí, ya había amanecido; el sol aún estaba bajo y en tres horas se nublaría el cielo").
§ 5.2 La bola en la ingle
Volvamos a la cita de la nota al pie #21. El cuadro de 'había cantado' identificando / significando / señalizando la relación temporal ante-co-pretérito no es excluido por falso (no lo es en “María cantaba lo que le habían cantado de chica”, por ejemplo); es relegado por no «fundamental».
Esto implica que Rojo y Veiga registran que junto a la «realización temporal fundamental expresada por había cantado», de nivel 2 (ante-pretérito), hay otras, no fundamentales, secundarias, pero igual de celestes. En rigor, son infinitas, si también lo son los niveles: después de una sola en el nivel 2, hay tres en el nivel 3, siete en el nivel 4, etc.
Las tres flechas celestes del nivel 3 se reparten así en el mapa: una en el racimo del centro, la ante-ante-presente (o AASH o ((OoV)–V)–V: “Piensa que vio algo que nunca había visto”), y dos en el racimo de la izquierda: la «realización temporal» ante-co-pretérito (o ASAH o ((O–V)oV)–V: “En el café La Paz de los '80, todos los días el diariero anunciaba que había caído Pinochet”) y la ante-ante-pretérito (o AAAH o ((O–V)–V)–V: “El lunes Juan juró que el domingo había roto la carta que había escrito el sábado”).
Teniendo la ante-ante y la ante-co, el tríptico de la izquierda lo completa la ante-pos-pretérito. Pero de esta relación temporal no se hace cargo la forma 'había cantado', sino 'habría cantado', que por razones 100% temporales Bello llama, justamente, Ante-pos-pretérito (y que por razones 0% temporales la RAE llama Condicional Compuesto).
En definitiva, Rojo y Veiga registran que no hay una sino varias relaciones temporales identificadas / significadas / señaladas por 'había cantado', pero no las incorporan a su «sistema de formulación vectorial» de la temporalidad. De hecho, a cada tiempo verbal le asignan 1 fórmula temporal, como si, en vez de ser sólo la primera de infinitas, fuese la única; o como si la fundamental fuese la única digna de tener fórmula. Escriben en la página 2.906, en un párrafo de acotación:
«En realidad esta forma verbal puede expresar anterioridad directa a cualquier relación temporal que incluya un vector originario de anterioridad; de ahí que pueda subordinarse en correlación temporal a diferentes formas verbales: Anunciaron / Habían anunciado / Anunciaban / Anunciarían / Habrían anunciado que había llovido.»
Venimos de ver, con ejemplos, cómo «esta forma verbal puede expresar anterioridad directa» a cualquiera de las tres primeras mencionadas: el Pretérito "anunciaron", el Ante-pretérito "habían anunciado", y el Co-pretérito "anunciaban". En cuanto a las otras dos, no descarto que "había llovido" se use subordinado al Pos-pretérito "anunciarían" y al Ante-pos-pretérito "habrían anunciado", por razones de mayor frecuencia y, por lo tanto, familiaridad. Pero en los usos que conozco, para ambos casos esperaría un "habría llovido":
“El lunes María predijo que al mediodía del miércoles anunciarían que habría llovido durante la noche, después de 6 meses”;
“El lunes María predijo que antes de las 14 del miércoles ya habrían anunciado que habría llovido durante la noche, después de 6 meses”.
De ahí que en el mapa de momentos haya, en esas posiciones, flechas rosas, no celestes. Pero mi daltonismo bien puede ser también lingüístico.
Como sea, con o sin los dos condicionales en esa lista de verbos subordinantes de 'había llovido', el punto es que esta forma verbal identifica más de una relación temporal y Rojo y Veiga lo saben, lo dicen, pero no integran «en la estructura del sistema verbal» esta pluralidad por niveles de actuación. Ni ellos ni Andrés Bello ven que cualquier tiempo verbal del español es como la bola en la ingle para Homero: “funciona a muchos niveles”.
Sólo diferencia de niveles hay en las relaciones temporales –flechas– identificadas por el Presente (`canto'), que es el único tiempo verbal que identifica sólo una por nivel: presente en el nivel 1 (“Juan dice algo”), co-presente en el 2 (“Juan dice que María cree algo”), co-co-presente en el 3 (“Juan dice que María cree que Pedro no le habla por algo”), co-co-co-presente en el 4 (“Juan dice que María cree que Pedro no le habla porque está ofendido con ella por algo”), etc.
Esta jurisdicción del tiempo verbal Presente, delgada y negra, es la columna vertebral del sistema temporal y es el eje de simetría del jardín de senderos que se trifurcan; es decir: lo posterior es una proyección de lo anterior hecha desde lo simultáneo a H; plegá el jardín por el medio y los racimos de un lado y otro coincidirán (no así sus colores, obvio).
La única 'plurifuncionalidad' que reconocen y sistematizan Rojo y Veiga es la que ocurre por «dislocaciones», que en el mapa de momentos son desplazamientos: algunos tiempos verbales pasan a identificar otras relaciones temporales y de otra manera (conjeturando o fantaseando, en vez de afirmando; pronto entraremos en tema). Escriben en la página 2.897:
«Dado que la consumación de un proceso de dislocación altera los valores modal y temporal expresados por la forma verbal en cuestión, se deduce que todas las formas en que se distingan usos rectos y dislocados pueden considerarse formas verbales plurifuncionales en la estructura del sistema verbal, esto es, formas verbales que pueden expresar más de una combinación modo-temporal de contenidos funcionalmente diferenciados en el interior de dicha estructura.»
Antes de ver esta plurifuncionalidad de 4 formas indicativas y 2 subjuntivas, terminemos de ver aquel pluriempleo nivelesco en el «significado fundamental» (Bello) o «usos rectos» (Rojo y Veiga) de las 10 formas indicativas que hay. Mejor dicho: veamos cuál es el patrón de iteración del español, cómo pone sus piezas en el tablero la primera vez y cómo prevé seguir poniéndolas.
¿Cómo vamos a ver la lógica del debut de los tiempos verbales, que después se repetirá en el resto del juego? Citando o fabricando textos gramaticales para chequear que cada tiempo verbal esté identificando / significando / señalando una relación temporal de ese color, no de otro. De hecho, así se pinta el mapa con los colores que tiene, que a su vez son una apuesta a que así se seguirá pintando con los eventuales textos que analicemos temporalmente.
§ 5.3 Debut e iteración de 9 tiempos verbales
Empecemos por un relato condensado en una viñeta, el cuadro de un solo momento, a 5 minutos de empezada una persecución irresoluble. Ese momento es el punto de referencia directo o indirecto de todas las relaciones posibles, incluyendo las de doble orientación detectadas (¿hay más?). Bueno, casi todas: la excepción es la del infrecuente Pre-pretérito, 'hube cantado', que en todo caso se acoplaría a un Pretérito; si no la exceptuara, no podría haber sólo 1 viñeta.
Imaginemos que relatamos lo que estamos viendo, como en la transmisión en vivo de un partido de fútbol, o lo que fingimos estar viendo, como en un relato en presente histórico:
Un perro infalible persigue [OoV] a una zorra inatrapable por los campos de Tebas. El duelo empezó [O–V] cinco minutos atrás. Ante la indefinición prolongada, Céfalo, el dueño del perro, ha apartado [O–V & OoV] la vista para agarrar su jabalina, también infalible. En breve mirará [O+V] de nuevo a la zorra, pero para ese momento Zeus ya habrá convertido [(O+V)–V & (O+V)oV] a los dos animales en estatuas de mármol.
Los tiempos compuestos llevan doble coloración porque tienen un pie en la anterioridad y el otro en la simultaneidad de su momento de referencia: Céfalo ha apartado la vista y la tiene apartada todavía; para cuando mire de nuevo a la zorra para ensartarla, Zeus la habrá convertido en una estatua de mármol y así estará cuando la vea Céfalo. Una manera de representar estas orientaciones dobles en un diagrama es sombreando el intervalo de tiempo abarcado:
Es el turno de los tonos claros, o sea, del debut de los otros tiempos verbales, primos de los primeros. Ahora en vez de ver lo que pasa y sus alrededores trazados, lo evocamos; en vez de presentar lo que pasa, pasó, ha pasado, pasará y habrá pasado, representamos lo que pasaba, había pasado (x 2), pasaría y habría pasado. Hay de nuevo una sola escena, una sola viñeta, situada a los cinco minutos de empezada la persecución, pero en esta versión no es un momento simultáneo sino anterior al del habla: AH / O–V. La trasposición queda así:
Un perro infalible perseguía [(O–V)oV] a una zorra inatrapable por los campos de Tebas. El duelo había empezado [(O–V)–V] cinco minutos atrás. Ante la indefinición prolongada, Céfalo, el dueño del perro, había apartado [(O–V)–V & (O–V)oV] la vista para agarrar su jabalina, también infalible. En breve miraría [(O–V)+V] de nuevo a la zorra, pero para ese momento Zeus ya habría convertido [((O–V)+V)–V & ((O–V)+V)oV] a los dos animales en estatuas de mármol.
La distinción entre una anterioridad sin llegada al momento de referencia y otra con, que en el nivel 1 son significadas, respectivamente, por el Pretérito («empezó») y el Ante-presente («ha apartado», que deberíamos llamar Ante&co-presente), en el nivel 2 son significadas por un mismo tiempo verbal, que hereda la diferencia entre las fórmulas: «había empezado» identifica la relación temporal simple (O–V)–V; «había apartado», la relación compuesta (O–V)–V & (O–V)oV. El otro tiempo verbal compuesto, «habría convertido», que es primo de «habrá convertido», también identifica una relación compuesta: ((O–V)+V)–V & ((O–V)+V)oV. El gráfico de este caso testigo se ve así:
El español pone a debutar 9 de sus 10 formas indicativas con la coreografía ante, ante&co, co, pos, ante-pos, primero en relación con H y después con AH. A partir de ahí, los tiempos verbales entran en su posdebut infinito, su rutina eterna: su patrón de trabajo de coloración / identificación / significación / señalación de relaciones temporales.
El ante y el ante&co pueden verse –cual alófonos de un fonema– como dos variantes de la misma relación temporal, una de orientación simple y la otra compuesta. Para simplificar, grafico la coreo iterativa sin las variantes de doble orientación:
Volvió la autosimilaridad. Cada flecha negra (SH, SSH, SSSH, etc.) es el co- de una nueva silueta a escala de los ocho tiempos verbales debutantes, cuatro de tonos oscuros y cuatro de tonos claros. La animación, que sólo llega a SSH (la primera autosimilaridad), podría llamarse “El fractal ante, co, pos, ante-pos”.
En una clase virtual de cuarentena (24/6/2021), hablé del tema usando otro ejemplo: