Promedios





1. El retrato de un individuo

Su nombre es Kaya. Para algunos, tiene la virtud de la perfección y el defecto de la inexistencia. En su lugar, lo que existe es sólo su imagen. Kaya, que participó en el concurso “Miss Digital World 2004”, es una creación en 3D de Alceu Baptistão.
Debe haber varias direcciones en el mundo del modelado digital; en la que se destaca Kaya (y las otras ficciones concursantes), la búsqueda es realista: parecerse a una mujer real en tal grado que nadie se dé cuenta de que no lo es. Otros crean androides indiscernibles y les sacan una foto. Acá se trata de simular el retrato de un individuo, de inventar (no de registrar) una imagen que supere los filtros con que distinguimos a un humanoide de un humano.

2. El retrato de una comunidad

Igual de inexistentes y virtuales que Kaya son los promedios y los arquetipos de una comunidad humana cualquiera, que son los retratos de un sujeto colectivo, a diferencia de Kaya. Tienden al típico, que es un individuo concreto que —en la máxima expresión de su tendencia— parece la encarnación cabal del promedio o del arquetipo (una radiografía sociológica o un mito popular).
Entonces, la situación es esta: así como ninguna mujer es Kaya, ningún individuo es el promedio que modelan las estadísticas ni el arquetipo que modelan las creencias colectivas (lo mismo vale para el arquetipo platónico: ninguna mesa sensible es el arquetipo inteligible, como que pertenecen a mundos separados). Pero puede haber individuos que encajen en uno o en otro, que se parezcan notoriamente al promedio o al arquetipo de la comunidad que integran, rodeados de los que se parecen progresivamente menos.
Lo que sigue busca entender cómo es la relación entre los individuos concretos y una de las dos abstracciones retrateras, la de un promedio, cubriendo un arco que va entre lo típico y lo atípico.

3. El retrato de un individuo y el de su comunidad se parecen

El concurso “Sea usted el promedio” lo gana X. ¿Cómo se hizo el concurso? Primero, con censos y estadísticas se obtuvo un gráfico que medía y ranqueaba los atributos presentes en los concursantes (que son toda la comunidad censada). Luego, se premió al gráfico personal de atributos más parecido al de la comunidad, que fue el de X. Con este hombre promedio identificamos a un sujeto típico, miembro conspicuo de una mayoría local. Pero esto no significa que todo promedio se ubique entre los miembros de una mayoría que se le parecen.

4. El retrato de un individuo y el de su comunidad se parecen o no se parecen

Comparemos dos promedios. Uno, el de la edad a la que llegan al matrimonio los noruegos. El otro, el de la edad de los habitantes de un pueblo chico de provincia, con mayoría de clase media, escuela primaria y secundaria pero sin universidad; llamémoslo M.
Supongamos que el promedio de edad de las primeras nupcias noruegas es de 32 años. Fijémonos en un detalle que se vuelve invisible de tan obvio para la mirada de uno cuya comunidad comparte ese rasgo: el retrato que nos está haciendo el promedio noruego es el de una comunidad con personas de todas las edades. O en todo caso, es necesario saber si este dato es verdadero o falso para mejor interpretar ese promedio.
Alguien del pueblo M no daría por sentada esa diversidad, sencillamente porque no forma parte de su paisaje social. El habitante promedio de M es —supongamos— veinteañero, algo difícil de ver en M. La emigración por estudios hace que sea una minoría de veinteañeros la que se queda viviendo en el pueblo, sin aspirar al ascenso social de un título universitario. El promedio equidista con poca densidad de dos extremos muy poblados, que partieron la diferencia; el dato identifica una grieta en la composición de M, un vacío técnico de la franja generacional donde vino a caer el promedio.

Concluyamos. Cuando hay más gente que se parece al promedio que gente que no, el promedio identifica a una mayoría de la comunidad (la mayoría de los típicos); cuando no, identifica a una minoría (la de los atípicos). Identifica a la mayoría de noruegos que se casan por primera vez a los 32 años, y a la minoría de la población de M que es veinteañera.


PD: Copio de una nota de Maximiliano Montenegro en Página/12 del 4 de julio de 2006 ("Volvió a crecer la brecha entre ricos y pobres"):

“Una segunda forma de medir la distribución del ingreso es el famoso 'coeficiente de Gini', que bien podría ser complementario al indicador de la brecha a la hora de estudiar qué está ocurriendo en la sociedad. El valor del indicador fluctúa entre 0 y 1. En la medida en que este indicador se aproxima a 0 refleja una distribución del ingreso más igualitaria, es decir, una situación en la que todas las personas obtienen un ingreso similar. Cuando el coeficiente se acerca a 1, muestra una distribución regresiva concentrada en pocas personas, acercándose a una situación de inequidad absoluta. El Gini puede resultar controvertido. Entre su principal limitación se cuenta la posibilidad de que el Gini descienda (mayor equidad), mientras cada vez más personas se sumergen en la pobreza. El ejemplo típico de un Gini que se aleja de la realidad es Africa, según el Gini, el continente más igualitario (los pobres son tantos y los ricos tan pocos que es muy difícil encontrar a alguien que no gane como el promedio, es decir una miseria).”

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