Pierre Menard, director de “Sentimientos”




La película “Sentimientos” y su secuela, “Sentimientos II”, eran suficientemente indiscernibles. Por si hace falta aclararlo, “Sentimientos II” no era una vieja copia rebautizada de “Sentimientos”; lo que sucedió fue que el mismo director y los mismos actores volvieron a filmar íntegramente la misma película. Cotejaban el resultado de cada escena con una copia de “Sentimientos”, hasta que en diez proyecciones sucesivas de la escena nadie –entre 97 voluntarios– detectaba una diferencia. Todo lo que en “Sentimientos” había sido casual o improvisado (la caída de una hoja de árbol en un plano secundario, el movimiento tenue del meñique izquierdo de un extra, un celaje), en “Sentimientos II” tuvo que ser minuciosamente calculado. Los actores fueron maquillados como hacía diez años, y también maquillaron sus canas y arrugas nuevas.
Finalmente, se logró una película idéntica a “Sentimientos”. Sin embargo, para sorpresa del director y de los productores, el éxito de público no se repitió con “Sentimientos II”. Alguien lo atribuyó a la única diferencia perceptible: el nombre de la película. Razonaron que, así como entre dos panes que sólo se distinguen en un ingrediente la preferencia del público por uno de ellos es adjudicable a la presencia o ausencia de ese ingrediente, el fracaso de “Sentimientos II” era adjudicable a su título. Cuando corrigieron la diferencia, la desconfianza ya había ganado al público: la gente que salía de ver “Sentimientos” no sabía si ponderar la pericia con que se había duplicado un guión diez años después o si criticar las falencias de una película ya un poco pasada de moda.

No hay comentarios