Continuidad




1.

En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es.

De “El Aleph”, de Jorge Luis Borges


Cambiemos «simultáneo» por “continuo” y «sucesivo» por “discreto” y estaremos dando, creo, con la relación que el lenguaje tiene con el mundo que es objeto de las ciencias (no con el que dos perciben aléficamente, según escribe otro). El artificio para significar ese continuo es análogo al que usamos para capturar el movimiento. La diferencia no es de dibujo: en el rol de lo estático a conectar con pares tenemos estados o situaciones, por ejemplo, en vez de fotogramas. Así como el movimiento que vemos en la película es una ilusión óptica, el que vemos en el mundo es una ilusión intelectiva: una lectura o interpretación de la diferencia entre, por ejemplo, dos estar (situado) en (y en dos momentos distintos, que si es en el mismo nos da bilocación). Los términos de la relación es lo que vemos que hay; no es la relación algo que veamos que sucede: entendemos que ha sucedido interpretando lo que hay en relación con lo que había.

2.

Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (co­mo la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma.

De “La Biblioteca de Babel”, de Jorge Luis Borges



La sucesión de sesiones de escritura “Continuidad 000”, “Continuidad 001”, “Continuidad 002”, ... es una captura voluntariamente incompleta del devenir de “Continuidad”. Casi nunca hay más de una sesión por día (una a la mañana y otra a la noche, por ejemplo). Alguna vez discriminé más e hice un F12 (Guardar como) en el medio de una sesión; me lo sugirió la densidad e intensidad de los cambios que iba teniendo en esa sesión el ensayo, así como unos cambios menores me sugieren no guardar una sesión que fue más de visita que de trabajo.
Ese F12 hace que el corte pase de la unidad sesión de trabajo a la unidad modificación hito, como la que todavía escalan las versiones de algunos programas. Ver los cambios a escala de sesiones de escritura es ver una stop-motion. Es una novedad respecto de desarrollar el ensayo en un mismo documento que se va actualizando, o sea, respecto de siempre disponer sólo de la última versión.
Ahora dispongo de más versiones, aunque no más de las que podría disponer para reconstruir la historia del ensayo si todas fueran vecinas exactas, o sea, si el registro de cambios fuera completo, si la secuencia fuera de todos y cada uno de los estados (mínimamente) diferentes que tuvo el ensayo. Un espacio en blanco agregado o eliminado, una corrección tipográfica, el tipeo de cada letra, por ejemplo, ya justificarían un nuevo F12 y tendrían su exclusivo “Continuidad n”, el de la única diferencia con su predecesor. (De hecho, no sería difícil programar una función que guarde una versión numerada del documento a cada cambio –que es un cambio de inercia en la historia de la formación del ensayo.)
Cada “Continuidad n”, con registro de fecha y hora de su guardado, nos da en pantalla lo que aparece filmado en un fotograma de cambio, de los que tomamos a 24 por segundo filmando toda la escritura del ensayo. Sería como un análisis de la película, excluyendo los momentos de permanencia (tiempos muertos o de sólo lectura, intervalos entre dos cambios) y reteniendo sólo los de cambio. Si los pasáramos a velocidad de película, equivaldría a percibir una jugada de rugby que uniera sólo los momentos en que la pelota está viajando en un pase, nunca los que está en poder de alguien.

No hay comentarios