Huevada puntual (Diálogo VI)




Otra manera de no dar la hora, junto con la del reloj parado, es la de una auto-referencia (¿las verbales son las únicas flechas que pueden señalarse a sí mismas?).
Cuando lo que refiere y lo referido no son lo mismo, hay un tiempo para referir y otro para ser referido. Cuando sí, son el mismo tiempo. Por ejemplo, en el diálogo



la auto-referencia tiene lugar en un instante. Como son significados por lo mismo, lo referido y aquello que lo refiere ocurren al mismo tiempo: como la huevada referida –acordamos– es la respuesta donde se la refiere, el tiempo ocupado es uno. (Lo mismo pasa con el audio de prueba donde se dice que la empresa está probando audio; o con la demostración de cómo se verá su aviso en la misma publicidad que lo promete.)
Por supuesto, si no acordamos en que es una huevada, la respuesta deja de referirse a sí misma y pasa a referirse a una huevada impuntual o incumplidora, la de una respuesta distinta a esa y de distinto momento.
No hay en esta auto-referencia ninguna paradoja o perpetración de contradicción: la respuesta cumple con lo que dice (es verdadera), sin contradecirse (o sea, sin que se repelan lo que dice y lo que hace). Y lo cumple instantáneamente, a la vez que lo dice. Es puntualidad pura.
Redundo y resumo. No será dar la hora pero sí señalarla con la precisión milimétrica de un instante. Como la huevada referida es la respuesta donde se la refiere, llega a tiempo para ser la respuesta prometida para esa hora, aunque no sepamos cuál es; es decir, logra acertarle al instante correcto, sin llegar tarde ni adelantarse.

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