Pequeña fábula con moraleja




El trío persecutor ve un fogón con las cenizas calientes, infiere que el perseguido no está muy lejos y reanuda su persecución en subida (apenas pausada por la ponderación del indicio). El camino es de montaña y no parece haber otras opciones para escurrirse. Pero aun así los perseguidores no dan con el perseguido y desandan lo andado.
Cuando vuelven a pasar por el fogón, vuelven a encontrar calientes las cenizas. Se nos acaba de ir otra vez, razonan. Dos se van a seguir el rastro camino abajo y uno se embosca cerca del fogón, por si el fugitivo regresa. Y recién entonces descubren que son cenizas artificiales hechas para hacer creer que están calientes.
El truco cuenta con que un perseguidor no se va a demorar mucho frente a unas cenizas; al menos no lo suficiente como para notar la constancia inverosímil de ese calor ceniciento y desengañarse.

Moraleja: Un indicio puede ser muy fiable pero también engañoso; una cosa no quita la otra. O también: por muy fiable que sea un indicio, no deja de ser falsificable (o también: mientras exista, esta falsificabilidad es un límite insuprimible de esa fiabilidad).

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