Generosidad

—¿De qué vamos a hablar?
~De la generosidad. Y de regalos, deudas y promesas.
—Ajá. ¿Por dónde empezamos?
~Por el comienzo de “The unending gift”, de Borges: «Un pintor nos prometió un cuadro. Ahora, en New England, sé que ha muerto».
—La tela capaz de cualquier forma y color.

— el Zambullista (@Zambullista) September 16, 2019

→ “Como comodines”, 1.

~La muerte vuelve incumplible la promesa del cuadro, que hasta ahí sólo venía demorada. En la leyenda del ajedrez, la promesa de pago del rey Iadava no se vuelve incumplible: lo es desde el vamos. Nunca fue posible darle a Sessa 2⁶⁴-1 granos de trigo.
—El rey por la boca muere.

— el Zambullista (@Zambullista) September 16, 2019

→ “Lecciones de ajedrez”

~A Sessa lo que es de Sessa.
—Porque Sessa se lo ganó🎶
~En realidad, Iadava obligó a Sessa a pedir algo por su invento.
—¡Para Sessa liberación!🎶
~Tampoco. La liberación es para Iadava, porque Sessa le perdona esa deuda impagable. Sin eso, es rey ahogado: debe y no puede mover.

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—Y ahogado por Sessa, el 1º ajedrecista, que no pudo con su genio. Alto honor.
~¡Ave, Sessa!
—¿Rey ahogado y tablas? ¿O la analogía no es tan elástica?
~Hubo tablas en el duelo de generosos.
—Gracias al generoso Sessa, que renunció a su victoria.
~Fue a ayudarlo, no a ganarle.

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—Sí, pero que renunció a ganarle, renunció. Esas tablas fueron su segundo regalo al rey.
~Al primero el rey quiso convertirlo en una compra.
—O sea, pagarlo.
~Sí. Pero Sessa declinó elegir su recompensa y el rey convirtió el ofrecimiento en una orden. Y Sessa la obedeció.

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—Pidiendo algo impagable.
~Pero para regalarle al rey también una lección, no para ver estallar su palabra de honor ni para someterlo con una deuda perpetua. Por eso se la perdona ni bien Iadava entiende la enormidad a la que se había comprometido por imprudente y fanfarrón.

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—¿Fanfarrón?
~Iadava competía con Sessa, que no competía, en ver quién la tenía más grande la generosidad.
—Típico de «uno de los soberanos más ricos y generosos».
~Pero justo nos cuentan una historia en la que comete el contrasentido y la violencia de imponer su generosidad.

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--Espejito, espejito: ¿quién es el más rico y generoso?
¬El más rico sos vos; el más generoso, Sessa.
--¿Y con qué espaldas es más generoso que yo, si soy el más rico?
¬Con «la tabla de cálculo de su propia inteligencia».
--Más tonto serás vos.
¬A mí me rebota y a vos te explota.

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~El rey diría: «dentro de lo que yo pueda darte», elegí la recompensa que sea; puedo con todas.
—Alta promesa.
~O alto reto: encontrá una con la que no pueda, a ver si podés.
—Y Sessa pudo. Y sin pedir infinitos granos.
~No, apenas 2⁶⁴-1.
—Un puñado.😜
~Fue el 2º error del rey.

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—¿Cuál?
~Ese: subestimar por mucho la cantidad pedida y el volumen que ocuparía. Se dejó engañar por dos pequeñeces: la de la moneda de pago y la del último número nombrado (4ª casilla, 2³: 8), justo antes del «y así duplicando sucesivamente».
—La costumbre no ayuda.
~¿Cuál?

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—La costumbre de clavar el "etc." al 3º o 4º término de una enumeración.
~Clavarlo al 7º, que sonaría hiperbólico, tampoco ayudaría mucho: esos 2⁶=64 granos y los previos 32, 16, 8, 4, 2, 1 sumarían 127 granos (2⁷-1). Siguen cabiendo en una mano.
—La serie se desboca más tarde.

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~Sí, pero el problema no es parar temprano; es no entenderla, confundirla con otra.
—¿Por ejemplo?
~Pensar que si por la casilla 7 pagás 64 granos, por la 14, que es el doble, vas a pagar 128. Creés que estás a 7 pasos de lo que estás a 1. Imaginate que te pase en una escalera.

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—Como sea, el rey cree que la suma 2⁰+2¹+2²+2³+...+2⁶³ no crecerá mucho.
~Su creencia es errónea, pero no culpable.
—¿Culpable de?
~No tiene la culpa de lo que hace con ella Iadava. Otro engañado podría, en lugar de ofenderse, agregar puñados hasta distraer el hambre de Sessa.

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—Eso habría sido más generoso.
~Por lo menos no habría sido injusto, como enojarse por interpretar que es un desprecio elegir una recompensa tan indigna de su generosidad.
—O como obligarte a elegir.
~También. Ya no es un error, como la estimación de granos, sino una prepotencia.

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—Te veo con ganas de redundar.
~Iadava no elige cometer un error; simplemente estima mal y lo comete. Pero sí elige obligar a Sessa a elegir una recompensa (o sea, ponerle precio a su regalo) y sí elige considerarse insultado por la elección de Sessa, que estimó erróneamente.

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—Algunos se van por las ramas, yo me voy por los paréntesis. Agradecer un favor con dinero es convertirlo en un trabajo.
~La propina hace al revés: convierte en favor un trabajo.
—A un favor se lo agradece hablando o además regalando algo, menos dinero.
~Porque sería pagar.
—Sí.

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~¿Y con la misma moneda: “Favor con favor se paga”?
—Una cosa es que haya reciprocidad general entre dos personas y otra es que un favor particular pase del regalo que es al préstamo en que se convierte si hay que pagarlo.
~¡It's a trap!
—¿Te lo resumo así nomás?
~¡Pero más vale!

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—Eso habría sido más generoso.
~Pero en una lógica ajena a la de Iadava. En la suya, sólo cabía obligar a Sessa a elegir una recompensa ("No me desprecies; elegí") y sólo podía indignarse con la elegida ("¡Me despreciaste!"). Si no elige lo desprecia y lo desprecia eligiendo.

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—¿Y en la lógica de Sessa?
~No hay desprecio en no elegir (al revés: hay tanto aprecio que al súbdito le basta y sobra con ver feliz a su rey) y no hay desprecio en elegir granos de trigo (el aprecio está cifrado en la cantidad exorbitante, digna de «vuestra generosidad»).

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—“¿Cuánto me querés?”
~“¡Hasta 2⁶⁴-1 y más allá!”
—🥳 ¿Y cómo fue el combate de lógicas?
~En el 1º round, Iadava intentó imponer la suya. O la impuso, pero ilusoriamente. En el 2º la ilusión se esfumó: la recompensa que Sessa acató pedir y Iadava prometió pagar era impagable.

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—"¿Qué, mi generosidad no vale?"
~Y Sessa la hizo valer, luego de aparentar el desprecio de responder a la oferta de oro, tierras y palacios con el pedido de un puñado de granos de trigo.
—Impuso su lógica. La pelota no se mancha y el ajedrez no se vende.
~Se regala, cual favor.

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—Un favor nunca se cobra; un trabajo, siempre.
~La propina quiebra los dos principios: paga como favor lo que debería cobrarse como el trabajo que es.
—Volvamos a Iadava.
~Pifia en 180º: Sessa era sincero en su desapego, la recompensa no era ridícula y era digna del generoso rey.

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—«Habrá de corresponder a vuestra generosidad», le había prometido Sessa.
~Y cumplió.
—Ya había avisado: «Estoy sobradamente recompensado, y cualquier otro premio sería excesivo».
~Y fue.
—Tanto que fue impagable.
~Como medida de lo generoso del rey fue justa, alaba Sessa.
—2x1.

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~O 3: en el mismo acto, Sessa cumplió su promesa, mostró qué tan generoso consideraba al rey, y a la vez lo ató de manos.
—Pero acto seguido se apuró a desatarlo.
~Era el rey. Quería darle una lección, no quitarle el poder.
—Y no hubiera tenido éxito, si hubiera deseado hacerlo.

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~Lejos de ese deseo, Iadava había ido a regalarle el ajedrez para sanarlo (y devolverlo al poder efectivo). Fue sagaz, generoso y leal con el rey, combo que lo llevó a primer visir.
—O sea que fue recompensado.
~O gratificado.
—O cerró la Operación “2º Reemplazo del Hijo Muerto”.

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~El 1º sucedió en una partida que fue epifánica y terapéutica gracias a Sessa: «Observad (…) que para obtener la victoria resulta indispensable el sacrificio de este visir», que era la pieza que el rey venía «preservando con mayor empeño».
—A príncipe muerto, príncipe puesto.

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~Se recompone el equilibrio en la cima del poder ajedrez mediante, dos veces. La 2ª sin jugar una partida, usando sólo el diseño del tablero.
—Tras la 1ª, Iadava forzó a Sessa a pedir una recompensa; tras la 2ª, lo nombró su mano derecha.
~El ajedrecista como lugarteniente. 🤓

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→ “El animal racional como teniente”

—Volvamos a la 1ª. Iadava no tenía una razón de Estado para forzar a Sessa a pedir. Ahí fue arbitrario.
~¿No tendría algo que probar? «Dime qué es lo que deseas, (…) a fin de demostrar cuán agradecido soy a quienes se muestran dignos de recompensa».
—Sigue siendo arbitrario.

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~Ponele. ¿Y? ¿A dónde querés llegar?
—A que, en cambio, no lo fue al ofenderse por la recompensa elegida. Falló al estimarla en un puñado de granos, pero no al estimar un desprecio el pedir un puñado. Si Sessa no convertía ese desprecio en elogio, la leyenda se quedaba sin héroe.

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~Y sin lección. Como sea, Iadava esperaba ofendido cancelar su promesa con un puñado.
—La cantidad de granos se le fue de las manos. 😆
~Fracasó en el intento de eliminar a un competidor.
—¿Me recordás el torneo?
~A ver quién la tiene más grande o más elegante. A la generosidad.

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—Otros compiten por tener el mejor bonzai.
~La generosidad de Sessa es una competidora seria: el tipo le inventa el ajedrez, marcha 30 días para llevárselo, espera que el rey le dé audiencia, se lo regala, le enseña y lo entrena sin pedir ni esperar nada.
—Y en este otro rincón…

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~La generosidad de Iadava. Se le podría pedir un “Res, non verba”: sólo está mencionada, no mostrada con actos elocuentes. Tenés que creer en lo que te dicen, en vez de inferirlo mirando acciones y reacciones.
—Y para creerlo no ayuda lo que te muestran que hace Iadava con Sessa.

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~Exacto. Con Sessa no es generoso, es imperativo. Generosa puede ser una oferta, no una imposición.
—“Obligado no es cariño”.
~Gracias por comentar.
—De nada. Entonces la generosidad general de Iadava es un artículo de fe y la particular un absurdo.
~O una generosidad kamikaze.

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—¿Kamikaze?
~En el acto de imponerse se anulaba, por absurda; pero si tenía éxito anulaba también la generosidad de Sessa, que al elegir una recompensa pasaba de obsequiador a vendedor del ajedrez (o canjeador, mínimo).
—Pero no tuvo éxito.
~Fue el kamikaze que le erró al barco.

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—Gracias a un engaño. Se sobreentiende que puede pedir dentro de lo cumplible y pide fuera. Visto así, Sessa es desleal y hace trampa.
~Ni siquiera Iadava alega eso. Asume su responsabilidad en el engaño. Y nadie más que él quisiera verse liberado de un compromiso incumplible.

— el Zambullista (@Zambullista) September 16, 2019

—Visto así, Sessa le hizo otro favor a Iadava: le detectó, sin explotarla, una vulnerabilidad: «Infeliz aquel que toma sobre sus hombros el compromiso de una deuda cuya magnitud no puede valorar con la tabla de cálculo de su propia inteligencia».
~Alta vulnerabilidad, hacker.

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—¿Moraleja?
~Salvo que no te quede otra, nunca hagas el pago mínimo; los intereses sobre el saldo deudor son usura pura y dura. Una bola de nieve es un poroto al lado de lo que crece tu deuda.
—¡Un consejo! ¡Por fin algo útil en tantas giladas elitistas!
~Gracias, vuelva prontos.

— el Zambullista (@Zambullista) September 16, 2019