La jaula



Chiste de Quino. En una nave espacial, los extraterrestres tienen encerrados en una jaula enorme un avión con todo su pasaje y su tripulaciónQuino, Bien, gracias, ¿y usted? (1976)

1.

   Este es el quinto y último ensayo nacido de un desprendimiento de “Entusiasmos XV (El planeta de los deseos)”, que lo tenía en su subsección 4.5 La jaula de oro y que hoy son las secciones 2, 3, 4 y partes de la 5 del ensayo que estás leyendo.
   En la mudanza mantuve las pocas comparaciones que había hecho con el cautiverio de los humanos en “I, Mudd” (Star Trek, T2E12, 1967), insuficientes para justificar que los muchos comentarios sobre el episodio 0 de la serie siguieran ahí. Cayeron por su propio peso o se independizaron, elige tu propia aventura metafórica.
   Luego de la independencia, una sección agregada como epílogo, la 6, extendió las comparaciones a los otros dos ensayos de la saga –las otras dos ramas del árbol aniversario– que hablan sobre relatos míticos o de ciencia ficción.
   En estos cuatro relatos (incluyendo el que veremos acá), lo humano se deslinda en sus fronteras superiores con lo androide, lo humanoide y lo divino, como si huyera para adelante de su frontera inferior con lo animal y lo salvaje.

2.

   El episodio 0 –el primer piloto– de Star Trek, terminado y rechazado en 1965 y emitido recién en 1988, se titula “La jaula” (“The Cage”). Esta vez el título latino no quedó tan lejos del original, ni en cualquier dirección: en la historia, los humanos sufren cautiverio en una jaula –función de encierro– que es una caja –dispositivo de encierro–, en el zoológico que funciona en el subsuelo del planeta Talos IV. La jaula es el encierro por antonomasia; de ahí que se la haya elegido para la metáfora de una jaula de oro.
   Los talosianos viven debajo de la superficie, que está deshabitada. Son humanoides macrocéfalos y telepáticos, que tienen el poder de leerte los pensamientos y generarte ilusiones indesenmascarables (tres sufijos seguidos son muchos). Para manipularte o conducirte, pueden llegar a lo más recóndito de tu intimidad, a tus miedos y fantasías más profundos o más tapados.
   Los talosianos hacen la siguiente oferta, que consideran generosísima, a 1 Adán y 2 ó 3 Evas (el capitán Christo­pher Pike, una asistente, la primera oficial –o “Número 1”–, y Vina, la única sobreviviente de una nave que se estrelló ahí hace 18 años):

   Repasemos el plan, que es la propuesta paritaria de un amo a un esclavo: “con la mujer de su elección, llevarán ahora una vida guiada” por los talosianos para “evolucionarlos en una sociedad entrenada para servir como artesanos y técnicos”.
   De la explotación circense del oso de Moris en el negocio del entretenimiento a la explotación talosiana de humanos entrenados/programados para la producción no industrial de bienes y servicios. Lástima que pertenezcan a historias diferentes, porque son explotaciones complementarias.
   Ni bien el único Adán le promete al talosiano que se quedará ahí con la Eva Vina si libera a las otras dos, una de ellas –la Eva “Número 1”– amenaza con hacer volar todo, mientras le responde al captor: “Está mal crear una raza de humanos para vivir como esclavos”.
   Reacción a dos bandas: contra el inminente causante de perder a su deseado capitán Pike, cabeza del Enterprise, y contra el futuro o eventual esclavizador de humanos. Sin ser falso o insincero, el segundo motivo de la reacción tapa al primero, que la suscitó (insisto: la Número 1 no hace y dice lo suyo después de lo que dice el esclavista reprochado, sino de lo que dice Pike).
   Como no es de extrañar, el talosiano reacciona a la posibilidad en curso de una explosión enorme, no a la frase de su autora, que ignoró. Pudo no haberla retenido, o ni siquiera escuchado bien, en parte porque estaba atento a la peligrosa acumulación de energía y en parte porque él cree algo muy distinto, como nos enteramos a los 55'34'', en pleno desenlace de la historia:

3.

   En “I, Mudd”, a Norman no le asombra la resistencia humana al cautiverio; es lógica, por lo que debería aceptarla en vez de prohibirla (es su contradicción principal). Dentro de la misma lógica, a Alice 118 le asombra que Chekov y Uhula celebren su cautiverio con un baile.
   En cambio, el talosiano se asombra del odio al cautiverio placentero y benevolente que acaba de inferir de “las costumbres, la historia de su raza” transferidas telepáticamente. El odio a la jaula de oro lo asombra hasta la incredulidad: “No creímos que eso fuera posible”, dice con sincera decepción amocéntrica.
   Tan de oro les parece a los captores talosianos la jaula que cranearon para los humanos, que les resulta increíble que se la rechacen. Quien no conoce la doradísima jaula ofrecida por los androides de “I, Mudd”, a cualquier santo le reza.
   Como sea, hay una distancia enorme entre la ganga que los captores talosianos creen estar ofreciendo y la exorbitancia que los cautivos humanos no quieren tener que pagar. Porque ni siquiera sería por algo que hayan elegido o que deseen, como al menos pueden hacer los cautivos de los androides en, precisamente, “El planeta de los deseos” cumplidos.
   Los captores androides de “I, Mudd” hacen de genios cumplidores de deseos. Los captores talosianos hacen de criadores de razas de humanos que sirvan de esclavos, como los humanos reales crían razas de perros para distintos servicios (caza, pastoreo, custodia, compañía, etc.).

4.

   Para los talosianos, el colmo de ese odio es que los odiantes prefieren la muerte a un cautiverio, aunque sea uno paradisíaco (como la sociedad de artesanos y técnicos ofrecida, dijo nunca nadie humano).
   Entre los archivos asimilados por esa cabeza venosa, bien pudo haber consignas como «Ελευθερία ή θάνα­τος» ("Li­bertad o muerte", actual lema nacional de Grecia, usado desde 1821), o como ♪♫ Morir antes que esclavos vivir ♫♪ (José Ignacio de Sanjinés, himno nacional de Bolivia, 1851). Y sería un prodigio predictivo que hubiera consignas posteriores a 1965, año de producción de “The Cage”, pero al relato no le afectaría que hubiera; al contrario: lo verosimilizaría, ya que desde ese futuro lejano pueden ser casi igual de remotas las consignas del siglo XIX y las del XX, como ♪♫ Patria libre, ¡vencer o morir! ♫♪ (Carlos Mejía Godoy, himno del FSLN, 1979).
   Como sea, resistir dispuestos a morir combatiendo el cautiverio hace a los humanos demasiado violentos para lo que necesitan los humanoides, aun si lo necesitan para no extinguirse: “Su inconveniencia ha condenado a la raza talosiana a una muerte eventual; ¿no le parece suficiente?”. La interpelación es al capitán Pike; la recriminación es en respuesta a su exigencia de disculpas por el cautiverio sufrido.
   Desde la mirada talosiana, en vez de agradecer el sello ITS (Inútil Todo Servicio) y marcharse, Pike tuvo el tupé de exigir disculpas. Encima que fallamos en domarlos –algo que nos puede costar la vida–, tenemos que pedirles perdón por los rebencazos dados.
   Además, si Pike necesitaba tanto unas disculpas, ¿por qué no las pasó a buscar antes del intento de fuga que acaba de fracasar y de dejarlo en esa negociación, pistola en mano? (Con el diario del lunes, el intento acaba de pausar su éxito, que sucederá con la fuga convertida en –o reemplazada por– una despedida amistosa.)
   Como la mascota demasiado arisca no les sirve porque no los sirve, los talosianos la liberan. La inconveniencia por –otro sello– EXCESO EN INSUMISIÓN causa la liberación de Pike y las dos Evas tripulantes, y también causa la condena eventual de nuestra “raza” humanoide, ya que usted, capitán, “era nuestra esperanza”, porque “ningún otro espécimen ha demostrado [tener] su adaptabilidad”. Justo que conseguimos uno, se niega a ser nuestro esclavo experimental.

5.

   El adaptable pero inusable Pike no entiende por qué, en vez de recurrir a la sumisión, los talosianos no recurrieron a “algún intercambio o cooperación mutua”. Si Pike me lo hubiera preguntado a mí, le habría dicho que para eso los talosianos deberían sentirse iguales que los humanos, en vez de superiores.
   No sorprende: son criadores de esclavos; ¿cómo no van a ver a sus crías de diseño como inferiores? Salvando las distancias necesarias, es como ven los humanos a sus animales domésticos y utilitarios (distancia menor o nula) o de compañía (distancia mayor), por mucho que los quieran.
    –Cuanto más los quieran, más fuerte será la ilusión de igualdad, de hermandad, de disolución de la diferencia amo/dueño y mascota.
    ~Boby es uno más de la familia.
    –¿A qué miembro humano de la familia dejarían en la casa al cuidado de alguien mientras todos los demás se van de vacaciones?
    ~Pero mirá la criatura cómo lo lamenta y todo lo que lo extrañará en la playa. Eso es amor.
    –Amor vertical, descendente. El incondicional Boby, que al regreso les hará una fiesta en vez de reprocharles el abandono temporal, no tiene los mismos derechos que los humanos de la familia, que deciden sobre su vida. Y encima que lo dejan le piden que cuide todos los juguetes y que no se porte mal.
    ~Hay un poco de pensamiento en tu suceptibilidad. Le dice algo tierno a su “perrito amigo”.
    –Eso no se lo diría a un hermanito, al margen de que ningún humanito se quedaría solo en la casa 1 mes o medio y sería visitado por un conocido (o no) unas horas por día y, de tener suerte (o no), conviviría con alguien que se habría instalado en la casa para alimentarlo y sacarlo a pasear, socializar y hacer sus necesidades.
    ~Negociemos, Inodoro: Boby es como uno más de la familia.
    –Las apariencias engañan.
   Pero la pregunta Pike no me la hizo a mí, y la respuesta que realmente recibió (“Su raza aprendería nuestro poder de ilusión, y se destruiría también”) vuelve al tópico de la autodestructividad invocada en “I, Mudd” por Norman para encerrar bajo su cuidado paternalista a los humanos (“Su especie es autodestructiva, y por eso necesita nuestra ayuda”).
    –Es por tu bien que te esclavizamos, que te imponemos cómo vas a transitar tu existencia, en vez de ofrecértelo y negociar. Si no lo hiciéramos, si te igualaras a nosotros habiendo aprendido nuestro poder de ilusión (como Eva y Adán a Dios, habiendo comido el fruto del discernimiento moral que les dio Su visión), te destruirías.
    ~Gracias por tanto, perdón por tan poco.
   Los talosianos prefieren morir (eventualmente) antes que correr el riesgo de que los humanos se autodestruyan; prefieren perderlos ahora a, eventualmente, perderlos más tarde. Alguien podrá decir que no ve fallos en su lógica; no tengo ese placer sobre este punto, aunque sí sobre el que sigue.
   A esa altura de su estadía en Talos IV, Pike conoce muy bien la fuerza y la eficacia de ese “poder de ilusión”. El talosiano cree que si los humanos dispusieran de un arma así, no se privarían de usarla (Si no la uso yo, va a usarla primero mi enemigo) ni siquiera previendo sus consecuencias, a saber: una carrera armamentista (como la que había en 1965 y desde hacía 20 años) que los llevaría a destruirse (como ya se temía en 1965 y se teme hoy con la IA, que puede ser una gran ilusionista).
   El ojo del amo engorda el ganado, o al menos evita que las reses se maten entre sí, o sea, que pasen de ganar unas sí y otras no, a perder todas (como en el dibujo de Quino del pueblo dividido que será vencido por sí mismo, sin que lo devoren los de afuera: autoaniquilado).
   Repasemos, simplificados, los requerimientos y los recursos de los talosianos: necesidad vital de contar con humanos sometidos y poder de ilusión indiscernible de la realidad. Treinta y cuatro años después, los mismos requerimientos para existir y recursos para lograrlo tiene la Matrix, que se vende como otra jaula de oro (la píldora azul te mantiene en la ignorancia feliz, creyendo lo que quieras creer)

y se paga funcionando de pila humana para la IA, que es la verdad que está al fondo de la madriguera. “Con la roja te quedas en el País de las Maravillas y te mostraré a dónde llega el agujero del conejo”, le dijo Morfeo a Neo a los 29:12 minutos de la película; la promesa se la cumple poco después, desde el minuto 39:25:

6. Epílogo

   Por ser el último de la saga, a este ensayo le toca hacer el un cierre. El que encontré sigue el rastro de un concepto recurrente en cuatro de estos ensayos.
   En “I, Mudd” (o “El planeta de los deseos”), Alice 99 les dice a los humanos cautivos: “Sus instintos agresivos y de explotación caerán bajo nuestro control”. Y remata Norman, que es el “centro de control” de los androides captores: “Una vez que los sirvamos estarán muy felices... y controlados”.
   La oferta de cumplirnos los deseos es la mejor de las que tienen quienes quieren tenernos controlados. Sin ir más lejos, en “The Cage” (o “La jaula”), los talosianos no se proponen servir a los humanos, sino servirse de ellos para “cambiar la superficie” inhóspita del planeta.
   Para controlarlos los engañan con espejismos insospechables, como hace la IA de The Matrix (Lilly y Lana Wachowski, 1999), según le revela Morfeo a Neo: “¿Qué es Matrix? Control. Matrix es un mundo de sueños com­putarizado, hecho para tenernos controlados.”
   Si Neo no cree en el destino “porque no me gusta la idea de que no controlo mi vida”, tampoco le va a gustar ni va a aceptar de primera la noticia de que eso de controlar su vida es una ilusión: “Matrix es el mundo que han puesto ante tus ojos para que no veas la verdad” de que “eres un esclavo; igual que los demás, naciste cautivo, naciste en una prisión que no puedes probar, tocar ni oler, una prisión para tu mente”. Como Truman, Neo sufre la revelación brusca de que el mundo y todo lo que consideraba real es una ficción (la producción de un reality o el sueño de una pila humana).
   Si existe el destino, no existe la opción «Controlo mi vida» (salvo como ilusión) ni la opción «La controla otro» (salvo si es el autor del libreto). Son opciones que existen sólo si existe el libre albedrío, donde conviven la posibilidad de ser 'artífice de mi destino' y la de ser la mascota, el adorno vivo, el esclavo, el desecho, o la comida de otro.
   Normalmente se desea la primera posibilidad y se temen las otras cinco, que son variedades de falta de control por debajo de la dignidad humana, la que los DD.HH. definen y que Pike les reprocha a los talosianos no respetar (como buenos esclavizadores que son).
   Típicamente, el temor con la IA, antes y ahora, es que la herramienta se vuelva sujeto, que cobre vida e iniciativa y no simpatice con nosotros, o sea: que se nos salga de control y nos esclavice y/o elimine. Si eso llegara a pasar, habríamos creado nuestra propia competencia, la primera inteligencia que rivaliza –con un éxito en vertiginoso crecimiento– con la que hemos usado en la conquista del planeta y en la creación de esa primera inteligencia superior. Cría cuervos, que te arrancarán los ojos, repetirían muchos, si eso llegara a pasar o desde que empezaran a verlo venir.
   Ese rival artificial invencible no es algo que esté hecho en este momento, abril del 2024. Pero puede ser algo que se esté haciendo ahora y que ya esté hecho en un futuro relativamente cercano. ChatGPT apenas va a cumplir 1 año y medio, y hoy la IA puede que se dirija a ser una genuina máquina de pensar. ¿Cómo y por qué? Porque, gracias al desarrollo de los world models, está aprendiendo a imaginar –o a algo cuyos efectos son indistinguibles de los de imaginar. La imaginación siempre estuvo al poder.
   El origen y la rivalidad artificiales están en el pasado en The Matrix: “en algún punto del siglo XXI... nos maravillamos de nuestra magnificencia cuando procreamos la IA” (nuestro presente), que fue “un singular conocimiento que produjo toda una raza de máquinas” (uno de nuestros futuros posibles), con las que en un momento se pudrió todo y desde entonces acá estamos, tirando para no aflojar (uno de los futuros posibles del anterior: una continuación –apocalíptica).

   En el diálogo de Platón Critias o La Atlántida, los dioses controlan a los humanos sin forzarlos, sólo persuadiéndolos. Hablando se domina a la gente:
«...imitando al piloto que conduce la nave, y sirviéndose de la persuasión como de un timón para mover el alma a su gusto, dirigieron y gobernaron así la raza toda de los mortales.»
   El método funciona cuando los controles de qué hacer y de cómo reaccionar (o de qué desear hacer o evitar, hacia qué inclinarse, para dónde ir) los tiene la razón. Cuando los tiene la emoción desbocada y la humanidad se vuelve impersuadible y degenera, los dioses no cambian el timón racional por uno emocional que les permita seguir dirigiendo y gobernando a los mortales. En vez de eso, lo resuelven con un exterminio cataclísmico, como el que borró a la degradada raza de los atlantes y, de yapa, a la valerosa clase guerrera de los atenienses primordiales.
   El control de los androides, de los talosianos o de los dioses sobre los humanos es externo al yo, que es el antagonista controlado; el control de lo racional sobre lo irracional –o al revés– es interno: el yo es el campo de batalla de los antagonistas. O es la nave que hay que mover, donde comparten y se disputan el timón lo racional y lo irracional.
   Cualquiera sea la metáfora con que lo describamos, es el tipo de control que vemos en “Yesteryear” (o “Retorno al pasado”). Dos o tres referencias pueden alcanzar para apoyar lo suficiente esta afirmación/apuesta:
       1) Al niño Spock su yo adulto, el primo Selek, le revela que “los vulcanos sí tenemos emociones, sólo que nosotros las controlamos”.
       2) El papá de Spock, Sarek, define lo que ofrece la filosofía vulcana a la que aspiran su hijo pequeño y una amplia corriente humana: “control y orden lógicos, en lugar de bajas pasiones y el instinto”.
       3) Como el control sobre sí desplaza al control sobre otros, “nada de guerras ni crímenes”.
   Las variedades antropomórficas son ordenables, por ejemplo, según cuánto peso tengan sus emociones: bajo, en estos humanoides que siempre las controlan; alto, en los humanos, que sólo a veces las controlan; nulo, en los androides, que no tienen emociones que controlar (como son pura lógica, los androides se controlan con “absurdo, locura, irracionalidad, ilogicidad”).

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