§ 7.1 Claves verbales
Puestos a dar cuenta de algo que sucede frente a nosotros, las acciones verbales básicas –narrar, describir, comentar– son las mismas que hay en una transmisión en directo de un partido de fútbol:
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• un relator que va narrando las jugadas (o sea, relatándolas) y, en el medio, eventualmente, narra alguna anécdota y describe algo o a alguien;
• un comentarista que comenta;
• y –no siempre– periodistas de campo que tiran datos y estadísticas.
Volvamos a la distinción entre momentos subordinados a uno de referencia y momentos de referencia eventuales coordinados. Repito resumido lo adelantado en § 4.4.1. La lista es el formato básico de las descripciones; el de las narraciones es la historieta: en vez de items sin orden definido o con un orden ad hoc, hay una secuencia de viñetas, un encadenamiento de eslabones. Describir es listar; narrar es secuenciar.
Empecemos por la descripción. Se pueden listar items representados por enunciados unimembres (los cinco de “Árbol, hoja, salto, luz, aproximación...”) o bimembres, que por requerir un verbo son los que me interesan. Ensamblando enunciados así se pueden hacer listas de
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✓ costumbres (actuales, pasadas o futuras),
✓ rasgos o estados de algo o alguien (actuales, pasados o futuros),
✓ actividades del fin de semana pasado o del próximo,
✓ hitos de una vida,
✓ objetivos fijados,
✓ etcétera.
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• Presente, si se trata, por ejemplo, de una enumeración sin orden de costumbres actuales (“Juan come muchas porquerías, no hace ejercicio físico y está muchas horas frente a la computadora”), o de rasgos o estados actuales de algo (“La computadora de Juan es negra, está lenta y tiene varios stickers en el gabinete”) o de alguien (“Juan es alto, está rapado y tiene muchos tatuajes”);
• Co-pretérito, si se trata de una enumeración sin orden de costumbres pasadas (“Juan comía muchas porquerías, no hacía ejercicio físico y estaba muchas horas frente a la computadora”), o de rasgos o estados pasados de algo (“La computadora de Juan era negra, estaba lenta y tenía varios stickers en el gabinete”) o de alguien (“Juan era alto, estaba rapado y tenía muchos tatuajes”);
• Futuro, si se trata de una enumeración sin orden de costumbres futuras (“Juan comerá muchas porquerías, no hará ejercicio físico y estará muchas horas frente a la computadora”), o de rasgos o estados futuros de algo (“La computadora de Juan será negra, estará lenta y tendrá varios stickers en el gabinete”) o de alguien (“Juan será alto, estará rapado y tendrá muchos tatuajes”), o de objetivos fijados para este año (“Cambiaré de trabajo, haré más ejercicios, comeré más sano”);
• Pretérito, si se trata de una enumeración sin orden de, por ejemplo, hitos de mi vida (“Estudié tal cosa, trabajé en esto y aquello, viajé por estos lugares, conocí a tal o cual persona...”), o de actividades de mi fin de semana pasado (“Fui al cine, me junté con amigos, jugué al fútbol”).
Decir que fui al cine (o que me junté con amigos o que jugué al fútbol) es narrar. Hago de ese enunciado narrativo un item de la enumeración de actividades de mi fin de semana, que no tienen por qué ir en orden cronológico. Internamente, “Fui al cine” es narrativo; pero en este caso no es el eslabón de una narración, sino una pieza más de esa colección de actividades. Lo mismo vale para los hitos de mi vida.
Pasemos de la descripción a la narración. Las costumbres / hábitos / rutinas se pueden describir o narrar. Si hacemos una descripción, el orden en que presentamos los items es indiferente, como en los ejemplos anteriores. Si hacemos una narración, el orden no es indiferente, porque entonces los items son eslabones de una secuencia que debe respetarse.
O bien la secuencia es sólo cronológica (“Todas las mañanas Juan toma unos mates, se ducha y prende la computadora”) o bien también es lógico-causal (“Todas las noches Juan abre la ventana de su cuarto, su gato entra a la madrugada desde la terraza y se acomoda a los pies de la cama”).
Cualquier cambio en el orden de los tres actos del primer ejemplo da otra rutina igual de aceptable. Para conservar la consistencia, no importa en qué orden Juan prende la compu, toma unos mates y se ducha; importa que ninguno de esos cambios altera ninguna causalidad, porque no la hay.
Por el contrario, cualquier cambio en el orden de los tres actos del segundo ejemplo da una rutina anómala, una secuencia inconsistente: si el gato pasa por la ventana del cuarto que da a la terraza, mal puede hacerlo antes de que Juan la abra o después de acomodarse a los pies de la cama, por ejemplo. Las causalidades rotas siempre son narrativas, nunca descriptivas.
En estos dos ejemplos de rutinas narradas, cada acto tiene el mismo rol, como cada item en una descripción. Pero en una historieta hay más roles posibles que en una lista: al menos en español, por cada viñeta debe estar
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• el rol de paso (o salto, según cómo prefiramos ver el avance de la historia, la sucesión de hechos),
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• el rol de circunstancia de ese momento (desde donde me dejó el paso que di, miro alrededor: hago una descripción de lo que me circunda);
• el rol de circunstancia o hecho anteriores a ese momento (miro para atrás: hago un flashback, repongo algo pasado que es oportuno traer a cuento);
• el rol de circunstancia o hecho posteriores a ese momento (miro para adelante: hago un adelanto);
• el rol de evento terminado antes de la posterioridad recién mencionada (miro hacia un ante-adelante: hago otro tipo de anticipo).
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• clave de Presente (relato deportivo –eso está pasando ahora– o narración en presente histórico –eso ya pasó pero fingimos que está pasando y que lo seguimos paso a paso–);
• clave de Pretérito (narración estándar de una anécdota no habitual);
• clave de Co-pretérito (narración de sueños o de anécdotas habituales del pasado);
• clave de Futuro (narración de profecías, predicciones, pronósticos).
Los hermanos Pérez salieron de la chacra temprano, pero aun así llegaron tarde a la estación; el andén no tenía gente: el tren de las 15:30 ya había pasado y el siguiente pasaría en 5 horas, cuando el baile en el pueblo ya habría terminado. Regresaron de mal humor a su casa.Como en la historieta de los hermanos Pérez hay 3 viñetas, numerar esas anterioridades sucesivas (ninguna subordinada a la otra, sólo coordinadas) puede ser útil para identificar de qué paso hablamos: «salieron» (O-V1), «llegaron» (O-V2), «regresaron» (O-V3).
Pero a la vez el momento de cada paso puede funcionar como momento de referencia respecto del cual otros momentos se orienten como anteriores, simultáneos o posteriores. En esta historia, el primer y el tercer paso están solos, pero el segundo funciona de referencia para orientar otros momentos: en relación con (el momento de) «llegaron» (O-V2),
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(el momento de) «no tenía» es simultáneo: (O-V2) oV;
(el momento de) «había pasado» es anterior: (O-V2) -V;
(el momento de) «pasaría» es posterior: (O-V2) +V;
y (el momento de) «habría terminado» es ante-posterior: ((O-V2) +V) -V.
Esta relación 1 a 1 entre roles narrativos y tiempos verbales no existe en las otras claves. En la de Presente y en la de Co-pretérito, el mismo tiempo verbal que hace de paso hace de circunstancia simultánea; en la clave de Futuro, el mismo tiempo que hace de paso y de circunstancia simultánea hace también de hecho o circunstancia posterior a ese momento.
Vayamos a los ejemplos de cada una de estas tres claves. Para ilustrarlas sin perder de vista la anterior, podemos contar en presente histórico la anécdota singular de los hermanos Pérez (clave de Presente), convertirla en el relato de un sueño o de la misma anécdota pero reiterada –habitual– en una época pasada (clave de Co-pretérito), y en una predicción bola de cristal (clave de Futuro):
En las 4 historietas verticales de claves diferentes, ningún tiempo verbal tiene un color que no le corresponda ni identifica un vector que no venga identificando a lo largo de este recorrido por los «usos rectos» de las formas indicativas. Las claves discursivas no suponen un desplazamiento o dislocación de los tiempos verbales, un uso no recto (que veremos en § 9). En este ensayo ningún tiempo verbal ha enloquecido –aún.La misma anécdota singular en presente histórico
Los hermanos Pérez salen de la chacra temprano, pero aun así llegan tarde a la estación; el andén no tiene gente: el tren de las 15:30 ya pasó (o ha pasado o acaba de pasar) y el siguiente pasará en 5 horas, cuando el baile en el pueblo ya habrá terminado. Regresan de mal humor a su casa.
La misma anécdota singular pero soñada
o
la misma anécdota pero habitual en una época pasada
Los hermanos Pérez salían de la chacra temprano, pero aún así llegaban tarde a la estación; el andén no tenía gente: el tren de las 15:30 ya había pasado y el siguiente pasaría en 5 horas, cuando el baile en el pueblo ya habría terminado. Regresaban de mal humor a su casa.
La misma anécdota –única o reiterada– pero profetizada
Los hermanos Pérez saldrán de la chacra temprano, pero aún así llegarán tarde a la estación; el andén no tendrá gente: el tren ya habrá pasado y el siguiente pasará en 5 horas, cuando el baile en el pueblo ya habrá terminado. Regresarán de mal humor a su casa.
Una misma secuencia de hechos, con el segundo de ellos integrando un mismo dibujo temporal de 5 nodos activos, se transporta a 4 momentos de referencia. Por mera frecuencia mayor de uso, el momento de referencia estándar de una narración de hechos pasados es AH. Con el presente histórico pasa a ser SH; con narración de rutinas o de sueños, SAH; con profecías, PH.
No cambia la secuencia, no cambia el esquema temporal, no cambia el «significado fundamental» de los tiempos verbales. Lo que cambia con esos transportes son los géneros de las 4 narraciones resultantes, con los que titulé cada una (y en algún caso con dos títulos/géneros posibles).
Vale para cualquier clave: la acción, que avanza por la historieta como por una línea de tiempo, es la ilusión cinética generada por una sucesión de cuadros. En el mapa de momentos de cada viñeta hay un paso y puede haber –como en la segunda– miradas atrás, al costado, adelante y ante-adelante (ante, co, pos, ante-pos), para empezar.
La línea es tan artificial como la red. La timeline (el tiempo cronológico) es tan virtual como el mapa de momentos (el tiempo lingüístico); resulta de engarzar pasos registrados en los mapas (pasos azules –AH / O–V–, negros –SH / OoV–, grises –SAH / (O-V)oV–, o verdes –PH / O+V–, porque las claves también son cromáticas).
§ 7.2 La coreografía mínima
Para ver más cuestiones del análisis temporal, imaginemos otra coreografía de puros avances, esta vez no rutinarios.
La viñeta 2 contiene más información que la 1 y la 3, pero no contiene la información de la 1 y la 3. ¿Puede una viñeta única condensar la información nodal de, por ejemplo, cinco viñetas? Puede, y ya lo vimos con la viñeta del perro y la zorra infalibles (§ 6.1). Ahora redistribuyamos toda esa información en cinco viñetas despojadas de cualquier otro rol que no sea el que las funda. En la nueva historieta no habrá circunstancias contextuales, antecedentes, ni anticipos de ningún tipo; sólo pasos, cambios de escena narrados en orden cronológico, la coreografía mínima para cinco viñetas (🦶, 🦶, 🦶, 🦶, 🦶):
Como se ve, no importa que en la linealidad de la frase aparezca primero «se enteró» y después «levantó»; importa que primero Céfalo levantó la vista y después, gracias a eso, se enteró de la petrificación del perro y la zorra. Importa secuenciar eventos, engarzarlos en orden de ocurrencia, no numerar verbos en Pretérito por orden de aparición.Lélape, un perro de caza infalible, empezó a perseguir [O-V1] a una zorra inatrapable por los campos de Tebas. Cinco minutos después, con el duelo sin definición, el dueño del perro, Céfalo, apartó [O-V2] la vista para agarrar su jabalina, también infalible. En esos instantes de desatención, Zeus convirtió [O-V3] a los dos animales en estatuas de mármol. Céfalo se enteró [O-V5] cuando levantó [O-V4] la vista con la jabalina en la mano.
Y en todo caso, ese orden coincidiría con el cronológico dando vuelta la última oración, sin que cambie el sentido: “Cuando levantó la vista [O-V4] con la jabalina en la mano, Céfalo se enteró [O-V5]” de la petrificación de su blanco y de su perro. Si se acepta esta variación, los 5 verbos de las 4 oraciones son presentados (sujet) en el mismo orden que el cronológico (fabula).
Fabula y sujet, ¿los avatares narratológicos del tiempo cronológico y del tiempo lingüístico?
De las 5 viñetas, la usada en § 6.1 para juntar la información de todas fue la dos: el momento de la «desatención», que empezó cuando Céfalo «apartó» la vista, a 5 minutos del comienzo de la persecución paradojal, y continuó (si no fue a la vez que el apartar la vista) o se ensanchó (si fue a la vez) cuando Zeus quiso resolver la contradicción petrificando a los protagonistas, novedad que Céfalo no verá hasta que no levante la vista.
Da igual hablar de información que se reparte entre n viñetas de muchos modos diferentes o hablar de innumerables coreografías posibles de pasos y miradas. De nuevo: elige tu propia aventura metafórica –mientras sean igual de consistentes y certeras.
§ 7.3 Verbos y circunstanciales de tiempo
Como tantas otras lenguas, el español expresa temporalidad con cuatro herramientas lingüísticas: los tiempos verbales, los adverbios de tiempo o sintagmas afines, los conectores / conjunciones temporales, y las perífrasis temporales (como 'voy a cantar', 'estábamos cantando', 'que fueras a cantar', etc.), cuya parte verbal está conjugada en algún tiempo, modo, persona y número. En breve veremos esta cuarta herramienta; ocupémonos ahora de cómo trabajan las dos primeras.
El hecho de que el tiempo verbal sea deíctico (es decir, que equivalga a un vector, que se traza entre dos puntos) significa que establece dos momentos: uno de referencia y otro referenciado como anterior, simultáneo o posterior a ese.
Por ejemplo, 'había cantado', 'cantaba' y 'cantaría' tienen el mismo momento de referencia, AH, pero tienen –y son– distintos momentos referenciados: AAH, SAH y PAH, respectivamente. Las propias fórmulas dejan ver que dentro del momento referenciado que identifican está el momento de referencia que usan (todas las letras a la derecha de la primera).
En términos de Rojo y Veiga, se diferencian por el «vector primario» (A-, S-, P-), no por el «punto de referencia» (-AH), que acá coincide con el «vector originario» (acá y en cualquier otra de las 9 relaciones temporales formulables con 3 letras).
Obviar u olvidar que todo tiempo verbal identifica su propio momento de referencia tiene al menos dos riesgos. Uno es atribuirle erróneamente a otro verbo, incluso si es (sintácticamente) «dominante», el carácter de referencia del verbo que estamos analizando, como veremos en § 8.5 con casos como “Dudo que ella fuera / fuese la culpable”.
El otro riesgo es el de asumir que un momento de referencia no existe si no está identificado por el tiempo de otro verbo correlacionado o por un circunstancial de tiempo. Es la creencia, incluso concepción, que Rojo y Veiga combaten en la página 2.907, disintiendo con numerosas voces sobre Co-pretéritos solitarios:
«...la admisión de cantaba como un ‘co-pretérito’ cuando no aparece subordinado en correlación temporal a alguna forma verbal de ‘pasado’ no es, a primera vista, tan fácil y, de hecho, son numerosas las voces que no han aceptado dicha interpretación, echando mano en muchas ocasiones de una noción aspectual para oponer los significados gramaticales expresados por canté y cantaba...
[...]
(64) a. Poco más tarde la bomba hacía explosión.
[...]
En un ejemplo como Poco más tarde observaron horrorizados que la bomba hacía explosión, es evidente la relación temporal de ‘co-pretérito ((O -V) oV) expresada por el verbo de la cláusula incrustada con respecto al dominante, constituido en referencia. En nuestra opinión, una secuencia como (64a) reclama esta misma interpretación exclusivamente temporal, sin más particularidad que la ausencia de un verbo dominante en ‘pretérito’ del cual dependa temporalmente la forma hacía» (el subrayado es mío).
Como bien dicen Rojo y Veiga, en el ejemplo 64a no hay un verbo en Pretérito al que esté temporalmente subordinado el Co-pretérito «hacía», pero hay un circunstancial de tiempo fechando ese momento: «poco más tarde». Por lo tanto, podría pensarse que el momento de referencia (AH) de «hacía explosión» (SAH) cuenta con una identificación independiente. En la página 2.901, Rojo y Veiga ya habían rechazado esta idea:
«...los localizadores temporales, por ‘relativos’ que estos sean, no constituyen puntos de referencia para la orientación temporal del proceso, que es la expresada por la forma verbal con independencia de las precisiones que se puedan añadir.»
A esto le sigue un párrafo de acotación que termina con esta conclusión sobre el análisis temporal:
«Nos guardaremos mucho de atribuir a ciertos elementos lingüísticos adyacentes un supuesto papel de puntos temporales de referencia del que carecen de acuerdo con el funcionamiento del sistema verbal.»
«La orientación temporal ... es ... expresada por la forma verbal con independencia de las precisiones que se puedan añadir» con circunstanciales de tiempo y, más radicalmente, con independencia de que ahí haya otra forma verbal con la que jugar a la correlación temporal, la nuestra como subordinada. Después de hablar de Co-pretéritos acompañados por (subordinados a) Pretéritos, Rojo y Veiga escriben en la página 2.906:
«Ahora bien, es importante comprender que estas mismas formas pueden expresar idénticas relaciones bivectoriales en situaciones sintácticas en donde no dependan de ningún verbo en ‘pretérito’.»
Que el momento de referencia no necesita una identificación independiente lo podemos ver en la continuación de la cita que contenía el ejemplo 64a, en la que Rojo y Veiga introducen uno más despojado, el 65b, que prescinde de segundo verbo y de circunstanciales de tiempo (el que tiene –«aquí»– no cuenta porque es de lugar):
«Un mismo proceso cronológicamente ‘pasado’ puede ser, obviamente, enfocado desde el punto de vista temporal de diversas maneras. Reduzcamos nuestra ejemplificación aquí y ahora a las dos posibilidades ilustradas en (65):
(65)
a. Aquí estuvo la estación de autobuses,
b. Aquí estaba la estación de autobuses.
Ambas secuencias se refieren a un mismo hecho ‘pasado’ variando la configuración gramatical de su enfoque. En el primer caso se expresa el proceso como directamente anterior al origen, lo que trae como consecuencia normal que el mismo proceso haya concluido con anterioridad a la localización de este punto. En el segundo caso el proceso estar recibe el mismo enfoque que un ‘presente’ le conferiría desde el punto de origen, pero ahora orientado desde un momento anterior a dicho punto que aquí no podemos identificar con ningún elemento lingüístico ajeno a la unidad verbal, sino que está integrado en la realización de contenido temporal expresada por la forma estaba» (el subrayado es mío).
Recapitulemos. Por ser deíctico, todo tiempo verbal es 'referencígeno'. Cada uno, por el mero hecho de tener una orientación temporal, integra –trae de fábrica– su momento de referencia: aquel al que apunta la flecha / vector que representa su temporalidad lingüística. Gracias a esto, si leemos sólo “Llovía” no quedamos desorientados: sabemos que esa lluvia transcurre en el presente de un momento pasado «que aquí no podemos identificar con ningún elemento lingüístico ajeno a la unidad verbal».
De manera adicional y contingente, ese momento apuntado por «llovía» también puede estar localizado adverbialmente en la línea cronológica (“A las ocho llovía”); o puede ser el momento referenciado (como anterior a H, en el ejemplo en ciernes) de otro verbo (“Cuando salí, llovía”); o ambas cosas (“A las ocho, cuando salí, llovía”).
El que para «llovía» es el momento de referencia, para «salí» es el momento referenciado (ambos en el mapa), y para «a las ocho» es una marca en la línea de tiempo de la que cuelgan los mapas, como si la articulación del tiempo lingüístico con el cronológico fuese un perchero con rueditas.
Para representar en un diagrama estos tratamientos diferentes de un mismo momento, agrego un ejemplo casero –cuyo análisis tampoco es lineal– con muchas correlaciones temporales (ninguna por estilo indirecto) y muchos circunstanciales de tiempo:
Hablemos del análisis temporal de la frase. Juan «llevaría» los papeles «al otro día», tanto del día en que los «ordenaba» en su escritorio como del día en que «encontró» ahí la nota de María, que son el mismo día y ocurren a la misma hora, 10 pm. ¿Por qué entonces no poner a «llevaría» posterior a «encontró» (nivel 2), en vez de donde lo puse, posterior a «ordenaba» (nivel 3)?
Porque ese llevar los papeles está ligado directamente a ese ordenarlos y sólo indirectamente al hallazgo de la nota de María, que habla de otra cosa. De modo similar, el dejar un bondi a Juan en su casa a las 9 está ligado directamente a estar él a las 8 viajando en el bondi, y débil e indirectamente a escribir María una nota a las 8, que también habla de otra cosa.
Una diferencia de criterio como esta puede cambiar la fórmula del momento identificado: «llevaría» señalaría un pos-pretérito (PAH) en vez de un pos-co-pretérito (PSAH); «dejaría» señalaría un pos-ante-pretérito (PAAH) en vez de un pos-co-ante-pretérito (PSAAH). El diagrama se vería así:
Como se puede notar, no son diferencias críticas. En las dos opciones postuladas en cada caso, el color (verde agua) y el tiempo verbal (Pos-pretérito / Condicional Simple) son los mismos. En el mapa de momentos podés interpretar distinto y colorear igual. No sé si festejarlo o preocuparme.
§ 7.4 Verboides y circunstanciales de tiempo
Otro punto digno de mención para afinar el análisis temporal puede ser este: ¿cómo tratar un infinitivo o un gerundio acoplados (sintácticamente) a un verbo? ¿Son vectoriales estas formas no finitas (o sea, sin persona y número, sin tiempo y modo)? Sí, lo son: los verboides simples ("cantar", "cantando") son simultáneos al verbo conectado; los verboides compuestos ("haber cantado", "habiendo cantado"), anteriores.
Estos verboides pueden estar en una perífrasis verbal, en un Objeto Directo o en un Circunstancial de Tiempo, por ejemplo. Las perífrasis verbales las veremos más adelante. Las dos funciones sintácticas mencionadas están en un relato breve que también se analiza no linealmente, “El sueño de Chuang Tzu”, recopilado por Borges en su Libro de sueños (Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1976, pág. 118):
«Chuang Tzu soñó (A1H) que era (SA1H) una mariposa y no sabía (SA2H) al despertar (A2H) si era (S1SA2H) un hombre que había soñado (AS1SA2H) ser (SAS1SA2H) una mariposa o [si era: S2SA2H] una mariposa que ahora soñaba (SS2SA2H) ser (SSS2SA2H) un hombre.»
Herbert Allen Giles, Chuang Tzu (1889)
La historieta vertical se ve menos complicada que las fórmulas y dice lo mismo:
En cuanto al primer infinitivo, el circunstancial de tiempo («al –momento de– despertar») habita el momento (AH) al que apunta el verbo núcleo «no sabía», que lo mira de frente (SAH). Acá se podría haber dicho “cuando despertó”, como allá se podría haber dicho “al levantar la vista” (AH, en los cuatro casos).
Sintácticamente, los otros dos infinitivos son sendos núcleos de sendas construcciones verboidales que juegan de Objeto Directo (OD) de «había soñado» («ser una mariposa») y de «soñaba» («ser un hombre»). Temporalmente, son simultáneos al verbo con el que tienen esa conexión sintáctica, como lo son todos los infinitivos simples ('cantar', 'comer', 'vivir', etc.).
Una prueba de esta simultaneidad es que dichas construcciones verboidales de infinitivo son reemplazables por una Proposición Subordinada Sustantiva (PSS) con el verbo en Co-pretérito y con la misma función de OD: “no sabía si era un hombre que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa que ahora soñaba que era un hombre”.
El relato puede no dejar otra posibilidad para cada «ser» que la simultaneidad con sus respectivos verbos vinculados. Pero en otro relato (o en una variante suya despreocupada por la consistencia narrativa), Chuang Tzu podría no saber, al despertar, «si era un hombre que había soñado» que en 2 días sería una mariposa y/o que en otra vida ya lo había sido; o si era «una mariposa que ahora soñaba» que en otra vida había sido un hombre y/o que en 2 días lo volvería a ser.
Si estos dos infinitivos tienen sus propios vectores (los mismos que tendrían sus reemplazantes “que era”), es porque otros vectores podrían posicionarse respecto de «había soñado» y «soñaba». Aunque la narrativa lo desaconseje, gramaticalmente esa relación temporal con cada soñar también podría ser de anterioridad o de posterioridad. Si no existiera esta alternativa gramatical, podríamos tomar esa asociación entre un verbo y un infinitivo como una sola etiqueta de un solo momento, tanto con «había soñado ser» como con «soñaba ser». Pero existe.
§ 7.5 Perífrasis verbales de tiempo
Donde no existe es en las perífrasis verbales de tiempo, por ejemplo. Ahí sí el infinitivo está adosado al verbo; predican en equipo. Estas perífrasis temporales pueden ordenarse cronológicamente; pueden presentarse como la bitácora del viaje a un evento, como eran al principio muchos tuits. Son ocho entradas de microblogging, una por cada estación del viaje, una por cada perífrasis verbal con valor temporal. Querido diario:
-
18:00 - A las 20 voy a cantar
19:55 - Estoy por cantar
20:00 - Empiezo a cantar
20:30 - Estoy cantando
21:00 - Sigo cantando
21:30 - Dejo de cantar
21:35 - Acabo de cantar
23:30 - Vengo de cantar
Las perífrasis verbales temporalmente relevantes son prospectivas (de mayor a menor distancia del evento: voy a, estoy por cantar), inmersivas (estoy cantando, sigo cantando), retrospectivas (de menor a mayor distancia del evento: acabo de, vengo de cantar) o transicionales (empiezo a, dejo de cantar).
Lo que hacen los tiempos verbales es dar la posición de un momento con respecto a otro en el jardín de senderos que se trifurcan. En cambio, lo que hacen estas perífrasis es dar tu posición, querido sujeto, con respecto a un evento en una línea de tiempo. Para eso usan gerundio o infinitivo, según el caso: gerundio, si estás o continuás dentro del evento; infinitivo, si estás entrando o saliendo, o si estás fuera (antes o después, cerca o lejos). En el interior, gerundio; en la frontera y en el exterior, infinitivo.
♪♫ Yo los conozco, son ocho los monos: ♫♪
-
2 dentro
+
4 fuera (2 antes y 2 después)
+
1 pasando de fuera a dentro
+
1 pasando de dentro a fuera
___________________________
♪♫ Pocho, Toto, Cholo, Tom, Moncho, Rodolfo, Otto, Pololo ♫♪
Lo que hacen verbos conjugados y perífrasis verbales son movidas diferentes en tableros también diferentes. En los dos diagramas anteriores situé en una línea cronológica los tiempos verbales involucrados en esas equivalencias relativas con perífrasis temporales, que es como situar una pieza de ajedrez en un tablero de damas. La recíproca sería situar en el mapa de momentos las perífrasis verbales involucradas en esas equivalencias relativas con tiempos verbales; el diagrama se vería así:
¿Por qué son relativas esas equivalencias entre tiempos verbales y perífrasis temporales? Retomemos la perspectiva perspectivista (?). Para orientarte temporalmente, lo que importa es hacia dónde y desde dónde mirás. Si nos ponemos muy estrictos por un rato, el Futuro no es futuro, por ejemplo. Pasemos el rato.
Con la perífrasis "voy a cantar", mirás hacia adelante desde H (PH), por lo que debería llamarse Futuro. Con el Futuro "cantaré", mirás hacia el costado desde PH (SPH), por lo que debería llamarse Co-futuro. En paralelo, con el Co-pretérito "cantaba" mirás hacia el costado desde AH (SAH) y con el Presente "canto" mirás hacia el costado desde H (SH), por lo que tienen bien puestos sus nombres.
Simétricamente, con la perífrasis "iba a cantar" mirás hacia adelante desde AH (PAH) y con el Pos-pretérito "cantaría" mirás hacia el costado desde PAH (SPAH). Mirás al mismo momento pero desde momentos distintos, lo que alcanza para tener dos fórmulas temporales distintas y prescindir de explicaciones vicarias.
La diferencia temporal no está sola; la acompaña una diferencia funcional entre los enunciados involucrados: “A las 20 voy a cantar" es narrativo; “A las 20 cantaré” es descriptivo. Con el primero te cuento qué voy a (pasar de no estar haciendo a) hacer a las 20; con el segundo te describo qué estaré haciendo –en qué andaré– a las 20. Se narran cambios, se describen permanencias.
Terminado el rato estrictista, volvemos a la ¿simplificación? de que esas perífrasis son relativamente equivalentes a esos tiempos verbales y de que el Futuro es futuro. Pero con la vuelta nos traemos algunas cuestiones sobre el aspecto verbal, usado normalmente en las explicaciones sustitutas de la temporal.
§ 7.6 Tiempo y aspecto
Si hay diferencia temporal, no es necesaria ninguna otra para distinguir un verbo de una perífrasis verbal, como sería el caso de una presunta diferencia aspectual entre 'cantaré' y 'voy a cantar' o entre 'cantaría' e 'iba a cantar'. En la página 2.909, Rojo y Veiga dicen lo mismo respecto de un verbo en Pretérito y otro en Co-pretérito:
«El reconocimiento ... de la inexistencia de identidad temporal entre los contenidos expresados por canté y cantaba hace muy difícilmente justificable la defensa de una diferenciación básicamente aspectual entre los mismos (cf. infra el § 44.4).»
Justo antes de la cita, los coautores venían argumentando la contradicción de defender «una diferenciación básicamente aspectual» entre esos tiempos verbales y a la vez definirla «en términos propiamente temporales»:
«...en ocasiones se ha señalado como aspectual la oposición significativa expresada por canté/cantaba [→ §§ 48.1.2 y 48.2.2] al tiempo que las descripciones de ambos tipos de significación se hacían en términos propiamente temporales. Sfawomirski (1983: §§ 1.6, 2.8), por ejemplo, establece que la oposición ‘imperfectivo/perfectivo’ se basa en una diferencia de enfoque de la acción según éste se efectúe desde un momento simultáneo o posterior en la línea temporal al momento de su realización. No muy alejada está la postura de Hernández Alonso (1984: 369) cuando asigna a lo que considera valor aspectual perfectivo una contemplación de la acción desde el presente o desde un momento posterior, mientras para el valor imperfectivo habla de “contemplación paralela”.»
¿Cuál es la relación entre el tiempo y el aspecto verbal? Creo que el aspecto no viene a suplir los servicios de diferenciación que el tiempo no cubre, sino que viene a ser su correlato. Es un derivado de la temporalidad y, por lo tanto, del juego que la define, el desde dónde y hacia dónde mirás. Agregale al combo la función discursiva de eso en cada caso y cartón lleno, a saber:
-
• todas las formas verbales imperfectivas son de simultaneidad (S...H) y descriptivas (mirás hacia el costado para describir lo que ves);
• las perfectivas son de anterioridad (A...H) y narrativas (mirás hacia atrás para narrar lo que recordás);
• las prospectivas son de posterioridad (P...H) y narrativas (mirás hacia adelante para narrar lo que proyectás desde H o PH o lo que anticipás desde AH).
Desde ya, lo anterior no agota el tema del análisis temporal; es sólo el punteo de algunas cuestiones relativas al tablero más común de nuestras formas indicativas, solas o en perífrasis verbales. Nos esperan nuevas cuestiones de análisis temporal, específicas de los temas que quedan por ver.
Ubiquémonos en el mapa del ensayo. Para completar el juego temporal del castellano, falta el de las formas subjuntivas en el tablero de sus significados fundamentales / usos rectos y falta el de las formas indicativas y subjuntivas en otros dos tableros. Si no cuento mal, faltan dos § generales.